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Hace algunos años, con motivo de las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos, apareció en el "New York Times" la siguiente tira cómica: un individuo, pistola en mano, apuntaba a otro que tenía los brazos levantados. El agresor preguntaba "¿Reagan o Hart?", y el agredido respondía sin titubear: "¡dispare!". Gary Hart, el "nuevo J.F.K.", era uno de los posibles candidatos demócratas, pero la aparición en 1987 de sus devaneos sexuales acabaron con su carrera política. Y ganó Ronald Reagan, claro. Eso mismo es lo que acaban de decirle los socios del Fútbol Club Barcelona a los componentes de "Alternativa Blaugrana". "¡Dispare!". Si los culés tienen que elegir entre Joan Gaspart e Iván Carrillo, "¡dispare!". Rápido. Con silenciador. Que parezca un accidente. Pero usted "¡dispare!".

Era de prever que la iniciativa de Carrillo de llevar a cabo una moción de censura contra Joan Gaspart acabará ahí, en la papelera. Es imposible, como algún avispado vicepresidente azulgrana nos quiere hacer creer, que únicamente 4.286 socios repudien la gestión de Gaspart, más bien al contrario. Es tal el descontrol del club que ahora mismo existen 4.286 suicidas dispuestos a responder "Carrillo" ante esa dramática tesitura: "¿Gaspart o Carrillo?". No creo que hubiera más de 3.000 que eligieran a Gaspart, pero como son necesarias 4.505 firmas para llevar a cabo la famosa moción de censura, a Iván Carrillo le han faltado otros 219 desesperados.

La semana pasada apareció este caballero declarando en la prensa lo que sigue: "yo no soy un submarino sino un destructor". O ambos, añado. La campaña de Carrillo le otorga ahora a Gaspart un poder de maniobra de un año, doce meses a lo largo de los cuales nadie podrá intentar de nuevo, con los estatutos en la mano, el asalto a los palacios de invierno del presidente azulgrana. Un año para hacer lo que quiera sin tener que aguantar en su cogote el aliento de la oposición. Por eso todo el mundo decía que Carrillo era un submarino. Y coincido con él en que también es un destructor.

Los "alternativos" acusan a Bassat o Fusté de no haberles apoyado, pero quizás sea porque ellos también tienen sus propios proyectos y no quieren vincularlos a un personaje que estuvo coqueteando con la actual junta directiva. Por eso ahora Carrillo, que ve la paja en el ojo ajeno, acusa a Bassat de haber pactado ya su inclusión en una futura directiva presidida por Sixte Cambra. Y, por todo lo anteriormente expuesto, el socio, harto y desesperado, ha respondido "¡dispare!" sin pestañear.

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