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Salvo que Luis Aragonés vuelva a cambiar de opinión de aquí a un rato, (que todo es posible teniendo en cuenta sus antecedentes), el entrenador madrileño se ha desvinculado ya oficialmente (y va por la tercera) del Atlético de Madrid. Prácticamente ya no era técnico del club rojiblanco y es Goyo Manzano quien dirige desde hace una semana los entrenamientos en los Angeles de San Rafael, pero sí existía una suerte de complejo con respecto a Luis que seguía por ahí dando vueltas, reclamando justicia y exigiendo un trajo justo. Al final su abogado, que es el mismo que en tantas ocasiones derrotara a Jesús Gil en casos anteriores, cerró el acuerdo más lógico para ambas partes. Luis ya es historia.

Lo último que le he escuchado es que se encuentra mal porque no tiene trabajo. Yo creo que Luis lo que quiere es tomarse un año sabático o esperar a que algún colega suyo de profesión caiga a lo largo de la temporada que se inicie a finales de agosto. Fue el propio Luis quien, a lo largo de aquel inesperado duelo verbal al sol que mantuvo con Manzano, reconoció haber recibido una oferta del Mallorca, equipo que conquistó la Copa del Rey bajo la dirección del jienense. Con anterioridad a eso, en uno de aquellos entrenamientos que dirigía con el propósito de salir en las televisiones, el entrenador afirmó: "¡A mí me da igual porque yo tengo dos mil ofertas para entrenar el año que viene!". Ni una ni diez ni cien... ¡Dos mil ofertas! Tras desechar la que presuntamente le hizo el Mallorca, ahora le quedan mil novecientas noventa y nueve. Luis no puede acusar permanentemente al Atlético de Madrid de haberle dejado sin trabajo, al igual que no debería seguir repitiendo la misma cantinela de que volvió al club perdiendo dinero. Ese mismo club le ofreció a él la primera oportunidad como entrenador y le hizo famoso.

Creo que hay que felicitar a Enrique Cerezo por cómo ha dirigido las negociaciones con Luis Aragonés. Estaba claro desde hace mucho tiempo –reconocido por él mismo– que el ciclo del madrileño había concluido en el club. Él no confiaba en los dirigentes, y ellos no creían al entrenador. Luis se queja por haber cobrado sólo una millonada que retiraría definitivamente a cualquier socio colchonero. Y lo más curioso es que protesta por haber ingresado ese cerro de millones, sin haber trabajado el año que le quedaba de contrato, cuando él aseguró que si sucedía eso no cobraría ni un euro. Pero el fútbol está montado así. Le deseo toda la suerte personal a Luis en el futuro, y le doy la enhorabuena al Atlético porque ha fichado un gran entrenador.


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