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Juan Manuel Rodríguez

Drafteeme, please, señor Stern

Quien dude que USA fue el imperio dominante del siglo XX y lo seguirá siendo durante el recién estrenado siglo XXI, sólo tiene que darse un garbeo por cualquier capital europea. Pongamos que hablo de Madrid. Los chicos menores de veinte años visten al más puro estilo "sensación de vivir" (camiseta blanca por dentro y camisa tejana por fuera) y las chicas sueñan con ponerse y quitarse pecho al ritmo que marca Pamela Anderson desde California. El común de los mortales viste vaqueros y bebe "Coca-Cola" y, a pesar de que Estados Unidos es el país del mundo con mayor número de obesos, aquí desayunamos copitos de avena de esos que se echan a la leche y comemos hamburguesas con queso. Eso sin contar la música y, naturalmente, el deporte.

Hoy en día lo "in" en España es saber en qué consiste el "draft" de la NBA. Si no lo sabes no eres nadie, así de simple. Y el "draft" en realidad no es más que el mercadeo de unos cuerpos llevado hasta sus últimas consecuencias, con muchas luces de neón, mucha pompa y prosopopeya (en el concurso de "Miss Mundo" se busca el famoso 90-60-90 y aquí se espera que la medida suba hacia arriba, cuanto más mejor). El único guiño al viejo sueño de vida americano es que dejan elegir primero a los equipos teóricamente inferiores. Punto y final.

Pau Gasol (veremos a ver cuanto tardan en rebautizarle como Paul Gasol) tiene todo el derecho del mundo a iniciar su aventura americana. Lo hará en los Grizzlies, a pesar de que fue Atlanta quien se obtuvo inicialmente sus derechos; aunque deberá indemnizar al Barcelona con 500 millones de pesetas, el negocio es seguro puesto que cobrará 1.200 por las tres próximas temporadas --ganará, por tanto, más de 200 al año-- y podrá examinarse con O'Neal, Bryant, Iverson o Kevin Garnett. Lo mejor para él es que fue elegido en tercera posición (ni Petrovic, ni Sabonis, ni siquiera Kukoc lo lograron) y que representará a la ACB en la Liga más potente del mundo.

Aunque de lo que realmente debe sentirse satisfecho el comisionado Stern es de haber extendido su imperio también a las ideas. En las últimas 72 horas, España ha hablado con total naturalidad de la NBA y del susodicho "draft". A Fernando Martín quisieron robarle el acento en la "í" de su apellido en las camisetas y se rebeló como un Quijote: duró por aquellos lares dos telediarios. Gasol entra por derecho propio en el Nirvana del basket y yo deseo que lo disfrute. Viendo la limusina que fue a recibirle al aeropuerto sólo me queda decir lo siguiente: "Drafteeme a mí también, please, señor Stern". Es broma: Guadarrama (España) es mil veces mejor que Memphis (El Paraíso).

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