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Serra Ferrer ya no puede jugar al "escondite inglés" ni siquiera con Joan Gaspart, y eso que el presidente ha contado hasta mil. Parece mentira que un hombre con su experiencia (a punto de cumplir los 50) haya dilapidado su prestigio profesional en tan sólo nueve meses en el banquillo azulgrana. Para él habrá sido el "parto de los montes", pero para los socios, directivos y aficionados culés ha sido un sufrimiento mayor aún. Un continuo dolor de cabeza.

A la conclusión del partido contra el Real Madrid, Serra hizo lo único que no puede hacer el técnico de un equipo grande: esconderse tras la actuación del árbitro. Sostengo hace mucho tiempo que el último gran entrenador que tuvo el Barcelona fue Johan Cruyff; y, aunque nunca iba a estar a su altura, creí en Serra hasta hace un par de meses. Desde la semana pasada no es que ya no crea en él, sino que ha perdido todo mi respeto deportivo. Empiezo a pensar que incluso el orate Van Gaal sería mejor que el mallorquín. O Robson. Incluso Mourinho, el segundo de todos ellos.

La frase que ha tirado por tierra la presunta seriedad (en la forma, que no en el fondo) de Lorenzo fue la siguiente: "Este partido que hemos perdido... Perdón, que nos han robado..." El dislate era tan espectacular en boca de un profesional (Gaspart será siempre un amateur) que todos nos llevamos las manos a la cabeza. El jueves –en la Copa de la UEFA, ante el Celta de Vigo–, y este domingo –en Liga, ante el Mallorca– el Barcelona de S.F. se vio beneficiado clarísimamente por las decisiones de los colegiados. Ni Víctor Fernández ni tampoco Luis Aragonés hablaron de "robo", y eso que si los árbitros hubieran acertado en sus decisiones, el Barcelona habría descarrilado definitivamente en Europa (porque en España ya no tiene solución ni siquiera con ayuda).

Las palabras del técnico del Barcelona se han vuelto clarísimamente en su contra, en lo que podríamos catalogar como "efecto boomerang". Vicente del Bosque sólo tuvo que sentarse a la puerta para ver pasar delante suyo el "cadáver futbolístico" de su colega culé. Ni siquiera la desesperación puede explicar esta barrabasada. Yo sigo estando con Florentino Pérez: fue una ofensa a la inteligencia porque el mal juego del Barcelona no lo encontrarán en la Federación, ni en Losantos Omar; el pírrico fútbol de este equipo tiene un causante, y ese no es otro que Lorenzo Serra Ferrer.

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