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El otro día le preguntaron a Pelé (el hombre que mejor se vende a sí mismo en todo el mundo, excepción hecha del mexicano Hugo Sánchez) si accedería a su propia clonación para que las generaciones futuras pudieran verle jugar de nuevo al fútbol. "O Rei", que tiene un ego en ebullición y evolución constantes, respondió lo que sigue: "Pelé sólo habrá uno". Y en eso estoy de acuerdo con él. Es curiosa la rapidez con la que queremos encontrarles sucedáneos (como esas patas de cangrejo que venden en los supermercados) a los "cracks" del fútbol. Zico era, muy a su pesar, el "Pelé blanco". Alguien cometió la torpeza (frenada a tiempo por Luis Aragonés) de decirle, y escribirle para más inri, a Fernando Torres que era el Van Basten atlético. Denilson iba a ser el Garrincha del Betis y "bam-bam" Zamorano –¡bendito sea Dios!– el nuevo Carlos Alonso Santillana. Pero no. Cuando nació Pelé se rompió el molde. Marco Van Basten era único, Garrincha irrepetible y Santillana el mejor cabeceador de toda la historia.

Recuerdo que cada cierto tiempo pretendían buscarle sustituto al genial Juan Gómez. Un buen día, el Real Madrid fichó a Ito, extremo procedente de la Unión Deportiva Salamanca. El chaval tenía maneras, era rápido, habilidoso, poseía un regate seco. Al día siguiente de llegar podía leerse en la prensa deportiva: "Ito, el heredero de Juanito". Aquello supuso la tumba para el jugador que, probablemente desconcertado, fue diluyéndose poco a poco como un azucarillo en un vaso de agua. No se supo más de Ito, y Juanito continuó haciendo historia.

¿Recuerdan la "Morales-manía"? ¿O a Patri, el juvenil más caro de toda la historia? ¿O a Pérez García, el "nuevo Camacho" que secó a Kevin Keegan? Ahora está de moda buscarle sucesor a Maradona, y como Diego es un auténtico descerebrado, él mismo colabora activamente en esa ceremonia de la confusión. Primero fue Juan Román Riquelme. Después Pablito Aimar. Ahora, Andrés D'Alessandro. ¿Y después? ¿Quién será, será? Maradona no tiene "remake" posible, y si lo encuentran será un remedo de calidad inferior, un roto para un descosido.

Me extraña que aún no le hayan encontrado (afortunadamente para él) "antepasado futbolístico" a Pavón. La vida del central es muy dura en clubes como el Real Madrid o el Barcelona. En más de una ocasión he podido escuchar en el Santiago Bernabéu eso de "¡Dónde vas, Beckenbauer!", y en el Vicente Calderón gritarle a un central tosco que acabó a palos con Jesús Gil: "¡Vamos Pereira!". Es la mala sombra del "efecto Ito".


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