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Es probable que la FIFA conceda la final de la Champions League de 2003 al estadio Santiago Bernabéu, incluso que el fútbol se pare en todo el mundo el próximo 18 de diciembre de 2002, en homenaje al “mejor club de toda la historia” (estando suelto por ahí Gaspart, ya me extrañaría a mí que comulgara con esas ruedas merengues de molino), pero hoy, Día de Todos los Santos, San José Blatter le ha permitido al Fútbol Club Barcelona, a través de la Comisión del Estatuto del jugador, que pueda contar con Rivaldo para el partido del próximo domingo. Es cierto que la postura no afectará sólo al centrocampista brasileño, pero Rivaldo estará con su club y Roberto Carlos, aunque debido a su lesión, no podrá hacerlo. Así de fácil. 0-1. Pero la cosa no queda ahí.

El “gol” culé ha sido por la escuadra. Resulta curiosísimo que la justa lucha de los clubes más poderosos de Europa por defender sus mancillados derechos haya ido a dar resultados justo ahora, cuando el Real Madrid va a recibir, y con el agua de la Liga llegándole ya al cuello, al Barcelona. También es mala suerte para los merengues, más aún si tenemos en cuenta que el presidente de turno del “G-14” es ni más ni menos que Florentino Pérez, a la sazón presidente del Real. ¿Favor por favor para que don Joan no dañe el centenario, o habilidad culé? Y aún hay más.

San José Blatter recupera la visión exclusivamente para el 3 y 4 de noviembre próximos, mientras que para el 11 del mismo mes, tan sólo una semana después, vuelve a quedarse a oscuras. Dentro de diez días se disputará el “apasionante” Australia-Francia, una timba organizada por algún matemático aburrido de Melbourne. La famosa Comisión del Estatuto del Jugador se muestra, ahí sí, nuevamente inflexible y, a pesar de sus “recomendaciones” al seleccionador galo para que convoque un sólo jugador por equipo, hará dar la vuelta al mundo a Zinedine Zidane y Claude Makelele (17.000 millones entre los dos).

Vicente del Bosque les perderá para el partido contra el Zaragoza. Ya puede bailar “ombligo con ombligo” F.P., y Valdano recitar a Benedetti, que el mejor futbolista del mundo estará firmando autógrafos entre armadillos y canguros, comprando camisetas con el “I love Sydney” de turno.

Por cierto que para eso también es imprescindible un director deportivo, para defender a sus jugadores. Muy bien por Anton Parera, y de nuevo muy mal por Jorge Valdano. Hace muchos años hubo un famoso “tridente”, ahora que el palabro está de moda, que metía goles de tacón en los despachos de la UEFA. Eran Santiago Bernabéu, Antonio Calderón y Raimundo Saporta. Ninguno fue designado nunca “empresario del año” ni nada parecido; tampoco escribían libros, ni siquiera uno de memorias (ahora ya los redactan hasta los chavales de 20 años... ¿contando qué? me pregunto yo). Ellos sacarían “tajada”... ¿Cual?, lo desconozco, pero habrían empatado el partido. E incluso, llegado el caso, lo habrían ganado, en un ligero descuido, durante la prórroga. Como sucedió con Alfredo di Stéfano.

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