Las últimas ediciones del Tour de Francia se han convertido en una inevitable cuenta atrás hasta el preciso instante en que el estadounidense Lance Armstrong supere a aquellos ciclistas que conquistaron en cinco ocasiones la ronda gala. Como se da la afortunada circunstancia de que entre esos seres humanos superdotados se encuentra un deportista nacido dentro de nuestras fronteras, (el todopoderoso Miguel Induráin) nosotros, aquí, nos lo hemos tomado como una cuestión estrictamente personal. Entretanto aparece otro ciclista con la fuerza desbocada de Miguelón o el talento natural exhibido por Pedro Delgado, lo que de verdad esperamos y lo que realmente nos motiva es que Armstrong no consiga su sexto Tour consecutivo.
Es por eso que, un año sí y otro también, nos engañemos a nosotros mismos con la posibilidad de que ya no esté tan bien físicamente como en la temporada anterior, o bien que no tenga un equipo tan completo que pueda ayudarle cuando surjan los problemas, o que Ullrich, por fin, vaya a dar la cara en la mejor carrera por etapas del mundo, demostrando que ya dejó de ser la eterna promesa para convertirse en un serio candidato a lograr la victoria final en los Campos Elíseos de París...
Pero, ¡qué va!... El motivo por el que Armstrong se encuentra sudando la gota gorda a mediados del mes de julio de 2004 no es otro que darnos un disgusto a los "indurainistas" y pasar a convertirse en el primer ciclista que consiga seis Tours. Y la diferencia entre nosotros y él es que mientras nosotros sólo podemos desear maliciosamente que llegue segundo a la meta, él lleva dedicando los últimos años de su vida a convertirse en el número uno indiscutible del mundo.