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A Javier Clemente le sucede como a las reposiciones de la serie televisiva Verano Azul. De tantas y tantas como se llevaron a cabo en su día, el personal ya se sabía de memoria cómo, cuándo y dónde iba a estirar la pata Chanquete, de forma que la gente ya ni lloraba ni nada, ahíta como estaba de ver morirse, agosto tras agosto y siempre de lo mismo, al personaje que interpretaba el entrañable Antonio Ferrandis. Javi sale de tanto en cuanto de las catacumbas para hablar básicamente de cuatro cuestiones recurrentes. A saber: el PNV, el Real Madrid, la selección española de fútbol y su relación de "odio-odio" con los medios de comunicación.

Como servidor ha visto crecer y multiplicarse a Tito y Piraña hasta llegar a convertirse en honrados padres de familia, y sé muy bien en qué capítulo se muere Chanquete, me conozco igualmente de carrerilla las opiniones del ex seleccionador. Y como Javichu es, como cualquier nacionalista que se precie, un hombre básicamente meláncolico (léase a Jon Juaristi), sigue pensando que el "cese-patada a seguir" que le dio la Federación fue fruto de una operación diseñada por el extinto PRIM (Partido Independentista Madrileño).

En declaraciones a la revista Interviú, Clemente viene a decir que José Antonio Camacho sigue ahí porque, aunque no nació en la capital, sí se crió en la ciudad deportiva. Sigue errado el técnico vasco puesto que su destitución fue producto de los pírricos resultados y, lo que resultó mucho más grave, de la profunda división que su actitud personal generó entre los aficionados españoles.

Las picajosas manifestaciones de Clemente carecerían de valor si no fuera porque dentro de muy poco empieza el Mundial. Camacho, de quien sigo pensando que ya acabó su ciclo al frente del equipo nacional, no entrará al trapo porque no le conviene. Pero habría que recordarle a Javi que, salvo Ladislao Kubala, que dirigió en 68 ocasiones a nuestra selección, él (62 partidos) ha sido el hombre que más veces se ha sentado en ese banquillo. Desde 1970 para acá —¡y ya ha llovido!— ha habido siete seleccionadores, y sólo uno de ellos (Miguel Muñoz) nació en Madrid. Para aseverar que fueron los resultados los que le echaron, y no por falta de oportunidades (6 años y un día al frente del equipo nacional) sirva apuntar que José Villalonga (primer puesto en la Eurocopa de 1964), Miguel Muñoz (segundo puesto en la Eurocopa de 1984), Francisco Bru (medalla de plata en los Juegos de Amberes- 1920), Vicente Miera (medalla de oro en los Juegos de Barcelona-1992) y el propio José Antonio Camacho (si es que a él puede atribuirsele el mérito de la medalla de plata en los Juegos de Sydney-2000), lograron éxitos para nuestra selección absoluta. Él, no. No existió, por tanto, "tongo mediático", sino decisión profesional. Que ahora no encuentre trabajo no es responsabilidad del PRIM ni de Lorenzo Sanz. Y mucho menos de la "Quinta del Buitre".

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