Menú

Siempre hay alguien que entonces dice lo siguiente: "¿Pero Juan Carlos Ferrero no era el número uno del mundo?... Pues menuda paliza le dio el americano ese". Andy Roddick –sí, "el americano ese"– representa el tenis del futuro. Podrá gustarnos más o menos, pero es así. Sobre él leo titulares muy similares a los que protagonizara hace quince años Andre Agassi. "El rayo". "La bomba". "El vendaval". Wayne Coffey, del Daily News, responde a la pregunta del incrédulo aficionado con la que inicié este artículo: "El español puede ir por delante en el ordenador, pero nosotros sabemos de sobra que Andy es el nuevo número uno". Ese "nosotros" de Coffey son los Estados Unidos de América, pero como el mío (mi "nosotros") es España yo tendría que decir aquí y ahora que Ferrero es el número uno del ránking de la ATP como lo fueron antes Mc Enroe, Connors, Sampras o Agassi, y que si al colega del Daily News no le interesa lo que ocurra ahora con el ranking, a mí tampoco debiera interesarme antes. El hecho es que a Ferrero y Roddick les distancian ochenta y cinco puntos. Se acabó la discusión.

Cuestión diferente es lo que ocurrió el domingo en la final del US Open. Nadie habría ganado a Roddick ese domingo. Nadie. Dudo mucho que lo hubiera logrado el mejor "Jimbo" Connors de la historia. No es sólo que Roddick saque a 240 kilómetros por hora, lo que ya constituye por sí sólo un hecho inédito hasta la fecha. Es que además el americano varía la dirección de su potentísimo servicio a izquierda y derecha, y eso supone otra novedad importante. Philippousis, Rusedski o Krajicek eran capaces de alcanzar una potencia de saque similar a la de Roddick, pero sin embargo no podían cambiar el ángulo sin arriesgarse excesivamente a cometer una doble falta. Roddick no. Roddick maneja un cañón y además tiene una endiablada puntería. Por eso ganó este domingo al número uno de la ATP.

No será el último Grand Slam que conquiste Roddick y, a pesar de ello, me resisto a creer que pase a la historia del tenis mundial. Le haría falta algo más para eso. Sampras restaba, subía a la red, lograba dejadas antológicas y, además de todo, sacaba a 217 kilómetros por hora. El sí pasó a la historia. Yo me quedo con Mc Enroe. Y con Nastase. Y de los actuales me quedo con Roger Federer. El suizo parece ser ya el único maestro de esgrima capaz de combatir con las técnicas tradicionales y su notable pericia a los "bombarderos" que nos sobrevuelan.


En Deportes

    0
    comentarios