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Juan Manuel Rodríguez

Envidiable location del hotel Hesperia

Cuenta Manuel Leguineche en su libro Hotel Nirvana (El País-Aguilar, 1999), que cuando le preguntaron al viejo Hilton, el fundador de la cadena, cuál creía que era la condición necesaria para que un hotel tuviera éxito, respondió: "location, location, location". La location (situación, emplazamiento) del hotel Hesperia en Madrid (Paseo de la Castellana) es envidiable; la que el hotel de la misma cadena posee en Barcelona (calle Vergós) es igual de céntrica, aunque según la Guía Mondial Assistance su "fachada de ladrillo visto no deja traslucir unas instalaciones muy correctas pensadas para hombres y mujeres de negocios". Quien más sabe de hoteles en el Barcelona es justamente su presidente, Joan Gaspart, que para eso hizo fortuna con ellos. Pero, y sin pretender en modo alguno suplantar aquí la docta opinión del primero de los Hilton, yo creo que el Barcelona debería ir pensando en una location un poquito más inaccesible.

En el hotel Hesperia barcelonés se le amotinó la plantilla a José Luis Núñez cuando Luis Aragonés era el entrenador. En el madrileño hotel Hesperia, de reciente construcción, acaba de denunciar Telemadrid que se produjo una fiesta en la que participaron activamente un grupo de jugadores culés, otro grupo de señoritas, una tarjeta visa y una suite. Parece ser que hay una pequeña confusión con el número de habitación que ocuparon (810, 818 ó 821, según se consulte una u otra fuente), pero al final todos acabamos reuniéndonos en la octava planta.

La plana mayor del Barcelona —Pérez Farguell, Antón Parera, Carlos Rexach y Sergi Barjuán— acaba de ofrecer una rueda de prensa al uso en estos casos. Lo han negado todo, y con "indignación contenida". En definitiva: han tirado de manual. Lo que sí me ha sorprendido es que alguien (probablemente Parera, porque Farguell acaba de llegar) haya esgrimido el asunto de la "desestabilización". Un mínimo de seriedad, señores. Independientemente de lo que suceda en el futuro (supongo que la cadena autonómica madrileña contraatacará con más pruebas), da la impresión de que la desestabilización es interna y que el "enemigo externo" sólo cabe en alguna imaginación calenturienta.

Primero fueron las minivacaciones de Saviola en el Principado de Andorra —un sitio precioso por cierto— justo antes de que su equipo jugara con el Figueres. El argentino se metió por la mañana 300 kilómetros entre pecho y espalda, y por la noche el equipo fue eliminado de la Copa del Rey. Luego llegó el positivo de Kluivert en un control de alcoholemia, tras el empate con el Galatasaray en el Nou Camp (Champions League). Y por penúltimo el retraso de Geovanni y Rochemback "por motivos familiares". Alguien tendrá que despedir a alguien, y no pienso precisamente en Siro López, director de deportes de Telemadrid.

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