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Al ser interrogado sobre si se sentía madridista, Luis Figo respondió con un lacónico: "Yo soy portugués". Sorprendente, porque hasta la fecha todo el mundo pensaba que Figo era coreano: sus ojos rasgados le delataron nada más aterrizar en Barcelona, y su lenguaje le dejó al descubierto. Pero no, Figo no es coreano ni del sur, ni del norte, sino portugués, o luso que es lo mismo. Al final va a resultar que somos casi hermanos, pero desde luego lo que somos es fronterizos (ya saben, aquello de "y al oeste, con Portugal").

Hay quien califica la respuesta de Figo como inteligente. No lo es. Reconozco que la pregunta no tenía salida, y que Luis tuvo que pensar con la rapidez del rayo la menos hiriente. Su "soy portugués" lo es, y curiosamente apunta directo a la linea de flotación del club que le paga religosamente. En dos meses Figo no ha tenido ocasión ni de sentirse madridista, ni probablemente de aclimatarse a la ciudad. Pero a la pregunta ¿Se siente usted madridista?, la única respuesta acertada era: "Sí señor, me siento madridista". Punto y final. Luis cerraba así el debate.

Dentro de lo que cabe tampoco fue la peor. Si quería ser sincero, quizás debió responder: "No me siento madridista, yo estoy aquí porque me pagan un pastón; en realidad soy culé por los cuatro costados". Eso es lo que piensa todo el mundo; probablemente sea lo más cierto. Figo sólo fue medio sincero, aunque - eso sí - hizo una revelación histórica: "yo soy portugués".

Pero Luis Figo no es ni madridista, ni barcelonista, ni seguidor del Sporting de Lisboa; seguramente tampoco es portugués, sino ciudadano del mundo. Luis es lo que hoy se conoce como un "profesional"; en la Roma imperial habría sido gladiador, y hoy en día se pueden encontrar profesionales de la guerra (o sea: mercenarios) en cualquier batalla de por ahí lejos. Lo que demuestra que, en realidad, mayo del 68 no caló del todo. El "graffiti", hoy, diría: "Viva la profesionalidad (sea de lo que sea)".

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