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Juan Manuel Rodríguez

Fuera caretas: Puigcercós por Lissavetzky

Dice Luis que él nunca pedirá a nadie su afiliación política. En el caso de Oleguer, querido seleccionador, ese resulta un esfuerzo baladí puesto que su afiliación es pública y notoria

Ya suponía que Carod Rovira convertiría más tarde o más temprano en mártir de la causa independentista al futbolista del Barça Oleguer Presas. Y tendría que haber supuesto también que el "secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte" repetiría miméticamente lo dicho por el líder de Esquerra Republicana de Cataluña, pero no lo hice. Cuando Jaime Lissavetzky realizó sus primeras declaraciones sobre el "caso Oleguer", simplemente me llevé las manos a la cabeza. Esta vez me pillaron a mí con el lirio en la mano. Que yo sepa, nadie le ha impedido a Oleguer que tomara su decisión con absoluta libertad. Nadie le ha presionado. Nadie le ha intimidado. Si acaso se presionó él mismo cuando dijo que ya vería lo que hacía si le convocaba la selección.

Pero Lissavetzky se ha ido creciendo poco a poco y, con su agigantamiento, hemos ido menguando todos los demás. "En el deporte profesional es común que algunos deportistas prefieran no participar en algunas competiciones y no pasa nada: el que quiera ir a la selección, bienvenido sea; y el que no, con todos mis respetos, no pasa nada"... Y si al final termina por no acudir nadie a la llamada de Luis, ¡tampoco pasa nada porque convocamos a Luis Miguel Arconada... Este tío es la bomba.

El caso es que Oleguer Presas apareció este lunes, oportunamente custodiado por su compañero de equipo Puyol, en el hotel Barajas, despejando así las dudas generadas tras su inicial indefinición. Dice Luis que él nunca pedirá a nadie su afiliación política. En el caso de Oleguer, querido seleccionador, ese resulta un esfuerzo baladí puesto que su afiliación es pública y notoria. Luis dice que no pregunta, que simplemente convoca. Es ése un lujo que no está al alcance de cualquiera. Pero resulta un espectáculo bochornoso comprobar cómo Lissavetzky, que teóricamente tendría que ser su primer defensor, tira con bala contra la Ley del Deporte. Fuera caretas. Dejémonos de hipocresías y que nombren directamente a Joan Puigcercós "secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte".

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