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Aún me duele el estómago de tanto reírme. Contemplo alelado "futbolista brazo en alto", y no acabo de comprender cómo el jugador fascista que ideó el escultor fascista podía saludar al Duce y controlar el balón al mismo tiempo. Misión imposible. Saluda con la izquierda y pisa el balón con la derecha. Es interesante para saber hasta dónde puede alcanzar la enajenación mental. En cualquiera de los casos se trata de un mal futbolista, probablemente un aficionado, porque mira al suelo, como pretendiendo esconder la cabeza bajo el ala todopoderosa de Benito Mussolini. Esa era la visión que el fascio debía tener del deporte, todo muy hitleriano. El bodrio forma parte —ineludible, por otro lado, a pesar de lo vomitivo del caso— de una exposición que ha organizado el museo romano. Afortunadamente, no todas las obras que tienen inspiración futbolística son como el referido "futbolista brazo en alto", a quien yo me atrevería a rebautizar como "futbolista escayolado" o "futbolista con calambres". Por lo demás, el "calcio" entra por la puerta grande de los museos.

Por ejemplo "Síntesis de un partido de fútbol", obra de Carlo Carrá. Renato Guttuso se quedó petrificado cuando Italia logró ante Alemania la Copa del Mundo de 1982. Lo mismo me sucedió a mí. Al final del partido, del que fui afortunado testigo en directo, saqué la conclusión de que aquello era lo más parecido que había a un ballet. Aquel día bailaron sólo los italianos. Bailó Conti al Robocop alemán conocido como Brieghel. Bailó Zoff. Bailaron todos —incluso Sandro Perttini— y aquelló acabó, como no podía ser de otra forma, plasmado en una obra de arte.

En el siglo pasado sucedieron muchas cosas, y algunas de las más importantes tuvieron que ver, les guste o no a los intelectualoides, con el denominado "deporte rey". En la conocida empresa Christie´s acaba de producirse una curiosa subasta. El objeto por el que se pujaba era la camiseta que Pelé llevó en la final que Brasil disputó en el Mundial-70. Alguien se la quedó por 252.400 euros. No se trataba de "Los Girasoles" de Van Gogh, pero me dio por pensar que probablemente sería sólo una cuestión de tiempo que objetos vinculados con el fútbol alcanzaran cifras astronómicas. Si yo fuera inquilino habitual de Forbes no pagaría un duro por el "futbolista con calambres", pero... ¿por la camiseta de Pelé?... Quién sabe.

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