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Estaba cantado que Martín Palermo, el fichaje más caro de la historia del Villarreal, no triunfaría en España. Al ex de Boca Juniors sólo cabe reconocerle el mérito de haber situado en el mapa futbolístico al club que preside Francisco Roig. Poco más. Su aportación al juego del equipo ha sido nula y ahora no saben cómo quitárselo de encima. Benito Floro ha exigido el fichaje de un delantero que marque goles, y Roig ha rescatado al "pistolero" Sonny Anderson. Aunque el presidente dijera el otro día en "El Tirachinas" de la Cadena Cope que Martín y Sonny pueden cohabitar, él sabe que eso es imposible. Palermo, que vino a España con la fama de haber enterrado al Real Madrid en la Copa Intercontinental, se irá como un mero publicista del Villarreal.

Es curioso porque a Boca no le ha ido bien en la Liga española. Palermo enterró al Madrid, pero fue Juan Román Riquelme quien le hizo en aquella ocasión un traje a la medida exacta de los merengues. Si en el caso del "loco" se veía claramente que su estilo de juego no se acoplaría al español, a Riquelme lo que le traicionó fue su ansiedad por escapar de Argentina y la complicadísima situación del club. Riquelme fue -como todos nosotros- testigo impasible del cese de Van Gaal y la dimisión de Gaspart en un clima insoportable que afectó a su rendimiento. Ahora J.R. aparece en todas las quinielas de prescindibles, y es una pena porque es un gran futbolista.

Quien sí vuelve al Atlético de Madrid es Diego Pablo Simeone. El carácter del "cholo" puede venirle muy bien otra vez al equipo. La diferencia esencial entre Simeone y otros buenos jugadores de fútbol es que él sabe lo que no puede hacer y simplemente no lo hace. O lo que es lo mismo: Simeone es un jugador inteligente y práctico, lo que siempre se ha dado en llamar como un "futbolista de equipo". El mismo acaba de reconocer que su cuerpo se fue a Italia pero que el alma permaneció en el estadio Vicente Calderón. Ahora, seis años después, cuerpo y alma vuelven a estar juntos. Seguro que Goyo Manzano sabrá sacarle mucho rendimiento a su experiencia.

Y por último, el gran Aimar. Creo, y así lo dije cuando llegó, que Pablo es uno de los mejores futbolistas extranjeros que han venido a España en los últimos veinte años. Para él es fácil jugar su fútbol con una "guardia pretoriana" formada por Ayala, Albelda y Baraja, y con Kily o Vicente en los "costados". Aimar, que vuelve a interesarle al Barcelona, se equivocaría marchándose ahora del Valencia. Allí se evaporaría como le pasó a Riquelme.

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