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Roberto Fontanarrosa retrata así, en un cuento precioso, la importancia de un partido cualquiera entre Central y Ñul, uno más: "Entonces, oíme, había que recurrir a cualquier cosa. Hay partidos que no podés perder, tenés que ganar o ganar. No hay tu tía. Entonces si a mí me decían que tenía que matar a mi vieja, que había que hacer cagar al presidente Kennedy, me daba lo mismo, hermanos. Hay partidos que no se pueden perder". O lo que es lo mismo, el famoso "por lo civil o por lo criminal" de Luis Aragonés.

Fontanarrosa recoge con exactitud cómo se vive el fútbol en América. Penarlo es un sentimiento, como River y, desde luego, Boca. Como Central, como Ñul; sentimiento y estado de ánimo compartido por futbolistas y aficionados (el viejo Casale del mismo cuento "19 de diciembre de 1971") para los que hay partidos que se deben ganar o ganar.

Al Real Madrid de los miles de millones de pesetas, de la reestructuración de Florentino Pérez y el liderazgo de Jorge Valdano, le falló ante el Boca justo lo único que no se deja comprar: el sentimiento. De ahí que un "tronco" iletrado como Palermo pusiera el 2-0 ¡a los seis minutos!; por esa herida abierta sangró el Madrid hasta que, desnutrido, sencillamente feneció. El equipo se quedó traspuesto justo en el partido en que había que estar más despierto.

Sacrilegio al canto, Boca Juniors no tiene nada: la habilidad de Delgado, el remate de Palermo y, ¡eso sí!, la presencia de un futbolista que hará cumbre en cuanto llegue al fútbol europeo (que llegará), Riquelme. El Real Madrid es muy superior al Boca, y sin embargo ha sido Boca quien ha ganado el partido. ¿Por qué? Al equipo de Del Bosque le falló el reloj biológico y el mecánico; sufrió el "jet-lag" sobre el campo, y luego dominó infructuosamente ante un grupo de supervivientes natos. Nada que objetar.

El Madrid deberá psicoanalizarse porque se ha malacostumbrado a ser un equipo de extremos: el positivo de Old Trafford, logrando una victoria épica; el negativo de Tokio, despertando de la siesta tras una noche de sake y rollitos de primavera en "Casa Cheng".

Valdano tendrá que empezar a pensar que a este Real le falta sentimiento, justo lo único que no puede comprar F.P.

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