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Empezaré por decir que hay que tener mucho cuidado con estas cosas porque algunas de ellas son querellables. Seguiré citando a Shakespeare (que luce mucho y queda artístico) cuando, por boca de uno de sus personajes, dijo aquello de "algo huele a podrido en Dinamarca". Puesto que al Fútbol Club Barcelona no ha llegado ningún ciudadano danés desde que lo hiciera el mago Michael Laudrup, supongo que no podrán darse por aludidos ni nadie pensará tampoco en llevar a William Shakespeare a los juzgados. Como Ramón Fusté, ex directivo de José Luis Núñez, advierte de que "lo peor está aún por llegar", nadie podrá llevarse las manos a la cabeza si bautizo lo que ocurre en el Barcelona como "Geovannigate" (también había pensado llamarlo "todos los hombres del presidente", pero como cada día dimite un directivo diferente me parecía demasiado irónico para el caso).

En las últimas horas –tras el programón de "El Tirachinas" que hicimos el jueves– el presidente Gaspart ha movido ficha: jaque mate a José María Minguella a quien ha "recomendado" que se marche del club para evitar mayores problemas. Por otro lado, Josep Martínez Rovira –hombre vinculado a Lluis Bassat– ha presentado su dimisión y el "castelista" Castells, vinculado a sí mismo, medita seriamente seguir el mismo camino. No sólo eso: Gabriel Masfurroll, la "sonrisa del régimen", deja de ocupar la protavocía del club. En definitiva: en este Barcelona, Franz Kafka sería un escritor costumbrista.

¿Por qué dice Fusté que lo peor aún no ha llegado? Muy sencillo; si Antón Parera le dijo a Chus Pereda: "Chusi, el precio de Geovanni lo pongo yo". Y si el tal Geovanni, jugador absolutamente desconocido, pasó –como testifica el propio Pereda– de valer ocho millones y medio de dólares a doce, para acabar en dieciocho, una de dos: Parera tiene que presentar una querella o está obligado a dimitir junto al resto de la junta directiva. Pereda dice que Minguella y Parera le engañaron y que, para callarle la boca, le ofrecieron las migajas de la representación de Dutruel (el director deportivo del Barcelona tiene aquí la misma vía: querella o dimisión).

Cuando alguien estrena una obra de teatro suelen decirle eso de "mucha mierda" para desearle suerte. "Mucha mierda", aquí también. Este proyecto deportivo, si es que algún día lo hubo, está herido de muerte. El club depende de la perspectiva que tenga Joan Gaspart para darse cuenta de ello. Iremos contando los movimientos que se vayan produciendo; hoy apunto tres: el anteriormente citado Fusté, el anhelado Bassat y Joan Laporta, cabeza visible del desaparecido "Elefant Blau".

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