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Nunca le agradeceré lo bastante a José Luis Chilavert que convirtiera en un "plato fuerte" lo que sólo era un postrecillo, uno de esos chocolates mentolados que te ayudan a hacer la digestión tras una pantagruélica comida. La selección española se ha convertido en la primera del Mundial en clasificarse para los octavos de final, un hecho histórico e inédito, gracias, entre otras cosas, a dos rivales muy inferiores como Eslovenia y Paraguay. Sólo la chulería de Chilavert, transformado ahora en una enorme y decadente bola de grasa, únicamente sus provocaciones continuas, sus infantiles retos a Iker Casillas ("yo la tengo más grande") me han mantenido despierto durante esta semana, desde el dominical 3-1 a los eslovenos. Tendría que haber en el fútbol más personajes como Chilavert, porque esa es la salsa del fútbol. No importaba tanto la victoria sobre Paraguay, un país encantador habitado por gente acogedora, como la goleada al macarra paraguayo, la humillación de aquel "gordo" infame que no hacía más que tocarnos los pelendengues.

Cuando Puyol marcó el 0-1 en propia puerta sólo vi a Chilavert riéndose, a Chilavert bufando, a Chilavert citándonos a la salida del estadio. Luego Morientes, injustamente vapuleado en España por las huestes "tristanistas" (como si no hubiera en nuestra selección sitio suficiente para dos delanteros centro de categoría) puso las cosas en su sitio. Y con el casi definitivo 3-1 en el marcador, a falta de unos cuantos "minutos de la basura", un libre directo en la frontal del área española me puso nuevamente los pelos –escasos, eso sí, pero muy honrados– de punta. ¿Cumpliría su bravata el inefable Chilavert?... España ya había ganado, la clasificación estaba conseguida, pero no sé si hubiera podido aguantar que el portero paraguayo se mofara de nosotros. Afortunadamente paró Casillas.

Este partido me ha servido para volver a reivindicar la figura de Fernando Morientes en el fútbol español. Su primer gol, a lo Santillana, y el segundo, oportunista, acompañando la jugada, con fe, un gol con olfato, corrobora que el "moro" es un jugador sencillamente espectacular. ¿Mejor que Diego Tristán? Con otras cualidades, nada más. Cuando el partido estaba muy complicado, Morientes salió y abrió la "lata" de Cesare Maldini. Dos goles y para casa, o para el hotel que en este caso es lo mismo.

Mil gracias, Chilavert. Gracias por darle morbo a un partido que carecía de él. Si ahora resulta que España tiene que sacar a sus "fuerzas vivas" en este Mundial para ganarle un partido a Paraguay, apaga y vámonos. Gracias a Dios no fue así. Y gracias a José Luis Chilavert, los aficionados españoles nos comimos enterito el partido como unos niños buenos.

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