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Juan Manuel Rodríguez

Grecia, nuestra "bestia parda"

La imagen de una aficionada griega, santiguándose cuando sólo faltaba un minuto para el final del partido contra España, lo dice todo. Yugoslavia fue durante mucho tiempo nuestra auténtica "bestia negra", un equipo al que se le daba especialmente bien complicarnos la vida, pero es que el equipo del alemán Otto Rehhagel no llega a "bestia negra", si acaso podría decirse que alcanza el grado de "bestia parda"; y, sin embargo, ahí está, poniéndonos demasiados obstáculos con un equipo de "leñadores" en el que sólo destaca Tsartas, sentando al principio inexplicablemente en el banquillo de los suplentes por su seleccionador. España mereció mejor suerte, buscó con ahínco la victoria y embotelló a los helenos, que, tras el gol del empate, optaron por encerrarse atrás con los once jugadores disponibles... ¡Y si hubieran vivido Aristóteles y Sócrates también los habrían colocado delante del portero Nikopolidis!... Éramos conscientes desde el primer instante de que la victoria de nuestra nueva "bestia parda" sobre Portugal en el partido inaugural nos dificultaría la existencia, y así será.
 
No quiero darle demasiadas vueltas más al asunto de la alineación de Iñaki Sáez, pero sí quiero destacar que su primer cambio estratégico, en lo que considero era hasta el momento un comportamiento normal, coincide también casi en el tiempo con nuestra primera decepción importante en la Eurocopa. No es que Sáez quisiera jugar con nosotros al despiste, sino que nos mintió directamente. Aseguró que habría dos cambios, y el martes anunció que, por primera vez desde que ocupa el puesto de seleccionador, no ofrecería la alineación titular un día antes. Adornó su engaño diciendo que se lo habían recomendado así sus ayudantes, e inmediatamente nos pusimos todos a pensar que no habría sólo dos sustituciones con respecto al partido contra Rusia sino muchas más. Y al final jugaron los mismos que lo hicieron el pasado sábado. El verdadero problema viene cuando un entrenador de fútbol piensa que se ha transfigurado en Napoleón Bonaparte antes de una batalla decisiva. Esperemos que el partido de este miércoles no haya sido nuestro particular Waterloo.
 
Y por si hubiera alguna duda sobre el estado físico de Raúl, éstas quedaron definitivamente despejadas con la jugada del gol de Morientes. De los veintidós futbolistas que había en ese momento sobre el césped del estadio de Bessa XXI, sólo uno creyó que aquel balón suelto podría servir realmente para algo. Luego Morientes cumplió a la perfección con su papel; la pena es que el gol de Charisteas nos dejara con un palmo de narices. Cuando escribo esto no ha empezado aún el partido entre Portugal y Rusia, pero lo normal es que los portugueses no fallen dos veces en tan corto espacio de tiempo. Si lo hacen, Figo, Couto y Rui Costa tendrán que salir del estadio de La Luz escoltados por la Policía. Si no lo hacen, este domingo nos jugaremos el pase a los cuartos de final. Y todo gracias a nuestra nueva "bestia parda".

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