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Juan Manuel Rodríguez

¿Habrá fútbol después de Donato?

La pregunta para un aficionado nacido en 1981 (y años posteriores) podría ser la siguiente: ¿existirá el fútbol después de Donato? Los de generaciones anteriores hemos visto cómo llegaban unos y se iban otros, e incluso aquellos que amenazaban con ser jóvenes para siempre acabaron por agrietarse y hoy ocupan puestos de comentarista en la televisión o direcciones generales en algún despacho. Los de 1981 habrán comprobado que existen futbolistas que se van y otros que vienen... ¿pero Donato?... Donato está siempre, de forma que algún chaval de veinte años podría hacerse perfectamente esa pregunta: ¿existirá el fútbol después de Donato? En los libros está escrito que existió después de Charlton y Néstor Rossi, incluso después de Carrizo o Di Stéfano. Nuestra experiencia nos dice que sí, que habrá fútbol después de Donato, aunque no será el mismo sino otro diferente, igual que cuando se retiraron Eusebio o Puskas el fútbol dejó de ser el mismo.

El fútbol profesional es esencialmente nostálgico. Quien paga para verlo envejece poco a poco en las gradas, casi sin darse cuenta. Y un buen día los jugadores que le hicieron disfrutar a uno de crío resulta que están sentados en el palco presidencial, gordos y calvos, fumándose un Cohiba y echándote el humo en la cara. Sólo les conserva el recuerdo de la gente. Por eso, por ejemplo, cuando un chaval va hoy al estadio Santiago Bernabéu y se asombra con el fútbol de Zidane o Figo, siempre se encontrará con un aficionado que le responda: "¡Bah, eso no es nada, tú tenías que haber visto a Paco Gento, la galerna del Cantábrico!" Porque el fútbol es melancólico.

Pero hoy, en el cuadragésimo cumpleaños de Donato, la cuestión es otra. ¿Existirá el fútbol cuando él se retire? Y aún más, ¿se retirará algún día? De momento lo que ha ido haciendo el deportivista –como cualquiera a su edad y en su sano juicio– es retrasar su posición en el campo. Y desde ahí yo le sigo viendo como una rosa, fresco como una lechuga. No es que no se le noten los años, sino que el fútbol de Donato siempre correspondió al de un jugador de cuarenta años. Es más listo que el hambre. No da un paso sin lógica, ni pierde un pase en balde, ni pega un sprint caprichoso. No se desgasta. Todo está medido, cronometrado, sopesado de antemano. Si Donato sigue jugando en 2022, la generación del 81 no podrá decir eso de "¡Bah, eso no es nada, tú tenías que haber visto a Donato!", porque el brasileño estará ahí. Y el fútbol habrá dejado de ser melancólico.

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