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Juan Manuel Rodríguez

Historia natural de los futbolistas

En "Historia natural de los ricos" (Editorial Taurus. Madrid. 2002), Richard Coniff, periodista de National Geographic, analiza a los más pudientes como el doctor Félix Rodríguez de la Fuente haría con el muflón, el águila real o la anaconda. Se podrá o no estar de acuerdo con el contenido de su estudio, pero nadie podrá negarme que el continente resulta provocativo y original. Su visión de los ricos como una especie aparte, aislados del resto de la población, viviendo y veraneando juntos, con códigos diferenciados del resto de los seres humanos, es subversiva y picante. Y a quien le pique, ajos deberá comer.

Conocido el argumento de este texto dominado por un cierto darwinismo social, me ha venido inmediatamente a la cabeza el paralelismo que existe entre el rico de Coniff (que no tiene por qué ser el rico por antonomasia) y el futbolista. Y si me ha venido a la cabeza, ha sido por el detalle grosero que el miércoles por la noche tuvieron algunas estrellas del Real Madrid, escurriéndose como lagartijas por el subsuelo del estadio Santiago Bernabéu para no tener que comparecer ante los periodistas. Aprovechando que Del Bosque sustituyó a Zidane, Figo, Raúl y Ronaldo en el descanso, estos cuatro caballeros se ducharon y ni siquiera tuvieron el decoro de aguantar hasta que el partido del centenario tocara a su fin. Aquello me recordó a la película "Evasión o Victoria", aunque en aquella los Stallone, Pelé y Michael Caine decidieran jugar su partido hasta el pitido final, venciendo al equipo de los nazis.

Se impone cuanto antes una "Historia natural de los futbolistas", deportistas de élite con multitud de derechos y casi ninguna obligación (en general firman los autógrafos como si al solicitante le perdonaran la vida), estrellitas que viven las veinticuatro horas del día en un Parque Temático, del entrenamiento a la presentación del nuevo video juego con su nombre, y de ahí a la promoción de una tienda de ropa o unas botas confeccionadas a medida. Eternamente jóvenes y famosos, comentaristas en potencia, vividores con el ego disparado.

Naturalmente que al generalizar se cometerán injusticias, pero el picante tiene esas cosas. Me cuentan que el presunto gordo le dijo a Joaquin Maroto, relaciones externas del club, lo que sigue: "guárdame tú el Balón de Oro". Y es que parece que al astro le molestó que el público del estadio Bernabéu (su público, por tanto) gritara "¡Raúl, Raúl, Raúl!" cuando él recibió el susodicho premio. ¿Solución?... Tocarles el bolsillo. F.P. ya estará pensando en ello, seguro. Porque para rico él.

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