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Juan Manuel Rodríguez

Jordan, Zidane y la Monna Lisa

Era tal la fascinación que Michael Jordan ejercía sobre sus compañeros de los Wizards que estos se limitaban a verle en acción. Como el resto de aficionados estadounidenses al baloncesto, ellos también caían rendidos ante el magnetismo de aquel que fuera considerado en su día como el mejor jugador de la historia. La única diferencia entre la "fila cero" de Spike Lee y aquellos cuatro fans de M.J. era que éstos últimos, al contrario que el polémico director de "Malcolm X", no podían ponerse a aplaudir. ¿O sí? Debió ser por eso que el entrenador Doug Collins le impidió a Jordan que lanzara a canasta durante los entrenamientos. Era una forma tan buena como cualquier otra de decirles: "¡Eh, despertaos de una vez, si queréis verle jugar podrías tener al menos el detalle de pasar antes por la taquilla!"

Veo muchas coincidencias entre lo que pasa con los Wizards de Michael Jordan y lo que sucede en el Real Madrid de Zinedine Zidane. Con una excepción: a ningún chalado se le ha ocurrido cuestionar allí la calidad de M.J., mientras que aquí se ha llegado a comentar que Zizou ¡es lento! Si Zidane es lento con un balón en los pies, yo soy Andre Agassi y me he casado con Stefi Graff; acabo de despertarme en el mejor hotel de Las Vegas después de haber perdido diez millones de pesetas tras apostar al "5", impar y falta. ¿Lento Zidane? A Zidane se le pueden aplicar muchos adjetivos ("dandi", "intuitivo", "ingenioso") pero jamás el de "lento".

Lo mismo resulta que Vicente del Bosque, siguiendo la peculiar "via Collins", debe prohibirle a Zidane que controle, pase y dispare durante los entrenamientos de la ciudad deportiva. Pareciera como si los Figo, Raúl o Hierro estuvieran tan hipnotizados con el futbolista francés como lo están en el equipo de Washington con Michael Jordan. Está muy bien eso de encargarle el diseño del Real Madrid del centenario a Z.Z., pero hasta Frank Gehry necesita aparejadores... ¿querrán serlo Figo y Raúl?

Algún día hablaremos de la enigmática sonrisa de Zinedine, una sonrisa que recuerda mucho a la de Monna Lisa y que choca radicalmente con la violenta seriedad y el ceño fruncido de los Hierro, Raúl o Figo. Zidane parece hurtado de un retrato de Leonardo, poseedor de la misma sonrisa melancólica que hizo mundialmente famosa a la Gioconda. Es el "cuadro" más valioso del museo madridista, y lo sabe. Este no saldrá corriendo, este vino para quedarse. Le duela a quien le duela.

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