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Juan Manuel Rodríguez

La gran paradoja madridista

Dicen que Emilio Butragueño acabará siendo presidente del Real Madrid, aunque yo apuesto por el misterioso José Angel Sánchez, auténtico "factótum" de la gran paradoja madridista

El otro día se produjo una circunstancia que me llamó mucho la atención. Fue a la conclusión del partido de Liga que disputaron el Espanyol y el Real Madrid y que luego provocaría la irracional huída del club de José Antonio Camacho. El Espanyol de Lotina acababa de darle un soberano baño táctico y de fútbol al equipo madridista. Los noventa minutos de juego habían concluído con el solitario gol de Maxi Rodríguez, pero si alguien recuerda aquel partido coincidirá conmigo en que pudieron haber sido tres o cuatro más. El Espanyol parecía el Bayern de Múnich de la época del kaiser Franz Beckenbauer, mientras que los galácticos que aún deambulaban por el césped eran almas en pena, auténticas y genuinas "camisetas andantes", como les hubiera llamado Jesús Gil si todavía viviera.
 
Vicente Lizondo pitó el final de aquel partido y los Beckham, Morientes, Ronaldo y Roberto Carlos se dirigieron, lógicamente cabizbajos, hacia el túnel de vestuarios. El modesto Espanyol, un equipo que había coqueteado con el descenso de categoría la temporada anterior, había demostrado prácticamente y sobre el terreno de juego que aquel viejo y sobado tópico de que "el fútbol es un deporte de once contra once" era aplastantemente cierto. En ese preciso instante, no recuerdo si fue Ito, Serrano o el propio Maxi que acababa de ser sustituido por el entrenador, un futbolista del Espanyol se lanzó como un poseso hacia David Beckham para pedirle su camiseta. El inglés le hizo el típico gesto (que debe tener ensayado ya hasta la saciedad delante del espejo de su habitación) de que se la daría cuando acabara de ducharse, y aquel jugador profesional de Primera División descansó tranquilo.
 
Quizás se hubiera adelantado a otros compañeros de equipo. Es probable incluso que, tras comentar la táctica de aquel sábado por la noche con Lotina, dos o tres jugadores hubieran dicho en voz alta que querían que Beckham les firmara la camiseta. Era como si el Real Madrid estuviera absolutamente al margen de cualquier otra realidad. Sus rivales les vencían sobre el césped, sí, pero luego continuaban idolatrándoles fuera de él. Una escena similar se produjo al término del partido de Liga de Campeones contra el Bayer Leverkusen que acabó con un rotundo 3-0 a favor del equipo alemán.
 
Dicen que Emilio Butragueño acabará siendo presidente del Real Madrid, aunque yo apuesto por el misterioso José Angel Sánchez, auténtico "factótum" de la gran paradoja madridista. En la página 384 de su libro "Los ángeles blancos", el periodista John Carlin describe aquel día que el todopoderoso director general de márketing le explicó el contrato que el Real Madrid acababa de firmar con Adidas; abril había sido un mes desastroso para el club sobre el campo, pero en las oficinas habían "cerrado un acuerdo como jamás se había visto en la historia de los patrocinios deportivos".
 
Y Carlin pone en boca de Sánchez lo siguiente: "Nuestro acuerdo con Adidas supone más del doble del que tiene Reebok con toda la NBA (...) Vale varias veces lo que nos costó el fichaje de Beckham. Hasta ahora, el acuerdo más elevado en el mundo del deporte era el que tenía firmado el Manchester United con Nike. Bien. Escúchame. Nuestro acuerdo con Adidas duplica el que logró el Manchester con Nike"... O sea, aproximadamente 480 millones de euros por ocho años de contrato. El equipo perdía partidos y más partidos pero continuaba generando más dinero que cualquier otro club deportivo del mundo. Más que el Manchester. Más que los Lakers. Más que los Yankees. Paradójico, ¿no?...

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