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Juan Manuel Rodríguez

La habitación del pánico

David Fincher, el genio de los videoclips musicales, estrenó el viernes su última película. Se llama La habitación del pánico y constituye una metáfora perfecta de nuestros propios miedos, la radiografía de la soledad de una civilización claustrofóbica y neurótica. El bunker de Jodie Foster es el mismo aislado, impenetrable, a prueba de bombas que nos gustaría tener a todos en algún instante. Pero no podemos. Igual que Forest Whitaker trata de asaltar el último refugio de la Foster y su hijita enferma, el Valencia y el Deportivo de La Coruña (en la Liga) o el Barcelona (en la Champions), tratarán de aniquilar al Real Madrid en el cacareado centenario. Ya lo hicieron en su día en la Copa del Rey, desnudando las carencias de los merengues.

La agresiva carrera de fondo que emprendió Florentino Pérez (el fichaje más caro de la historia, el "triplete" por 5.000 millones, el día del fútbol mundial, la releche...) ha levantado demasiadas ronchas, y la inquina —pudo verse en El Sadar— está por todo lo alto. En Pamplona pensaron los madridistas que encontrarían, por fin, su habitación del pánico, el descanso para el guerrero tras la heroica hazaña ante el Bayern de Munich. Y no podían estar más confundidos. Osasuna se jugaba la vida, como en el futuro se la jugarán Tenerife, Real Sociedad, Mallorca y, aunque por diferentes motivos, Deportivo. Y el Real, ensimismado e inerme, no supo jugar ese partido; cuando Del Bosque quiso reaccionar ya era tarde: perdía por 2-0 y tenía un futbolista menos sobre el campo por expulsión de Helguera. La afición gritaba, henchida de orgullo, "¡adiós a la Liga, adiós!". La casta llegaba muy tarde.

Al final del partido, Pedro Munitis dijo "a partir de ahora ya no se puede fallar". Error al canto. Desde el preciso instante en que el Valencia sólo pudo empatar contra el Mallorca, el Real Madrid ya no podía fallar. Y falló. Tuvo pánico a no lograr los tres puntos cuando su rival más directo había "pinchado". Tuvo pánico al pensar que la Liga, como antes ocurrió también con la Copa, podía volar en un año crucial para el club. Tuvo pánico, y no encontró una habitación en la que meterse. O las Ligas se ganan ante Osasuna, o las Ligas simplemente se pierden.

F.P. sabrá. El presidente madridista es lo que podríamos catalogar como un "ejecutivo agresivo", y a él no le fue tan mal. Sólo falta por saber si un club de fútbol es o no es una empresa al uso. El otro día, Zidane dijo en Francia que estuvo a punto de tirar la toalla por la presión sufrida en Madrid. Puede que haya sido el fichaje más caro de la historia, pero al final es sólo un hombre. Veo a la plantilla merengue al borde de su propia resistencia. Y la solución de Florentino ya me la conozco. ¿6.000 por el próximo triplete? ¿7.000? ¿8.000? Lo que haga falta. Paga la casa. ¡Mi reino por un bunker!

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