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Juan Manuel Rodríguez

La misión de Kim Young-joo

Resulta muy curiosa, desde el punto de vista clínico, la amnesia repentina sufrida por los futbolistas brasileños tras su partido contra Turquía. ¿Qué pasó en ese vestuario cuando Kim Young-joo, tras comprobar que Rivaldo había adelantado por fin a Brasil, pitó el final?... El triángulo de las Bermudas, el monstruo del Lago Ness y ahora esto... "¿Quién soy?"... "¿Dónde estoy?"... "¿Cómo dice usted que me llamo?"... Esas eran las respuestas de los Ronaldo, Roberto Carlos, Juninho y compañía cuando les preguntaban por esos fatídicos últimos cinco minutos, muy perjudiciales para su imagen puesto que daría la sensación de que Blatter hubiera decidido ya en los despachos que el equipo de Scolari debe jugar las semifinales por las bravas, rememorando el viejo artículo 33. A Brasil no le hacen falta esas ayudas en un Grupo de "chichinabo", con China y Costa Rica esperando su turno para entrar al matadero. De todas formas, el honor turco está salvaguardado puesto que Angel Villar fue precisamente el delegado de la FIFA en ese partido. Villar dirá lo que vio en el "escenario del crimen"... ¿a que sí?

Me duelen en el alma los durísimos golpes, injustificados todos ellos, que ha recibido en las últimas horas Young-joo, un profesional de los pies a la cabeza (ahora se dice "como la copa de un pino") que se limitó a cumplir con su misión. A Kim, que estaría en sus cosas y sin meterse con nadie, le pusieron a dirigir el debut de los tetracampeones del mundo, por eso de la "universalización" que tiene tan obnubilado al dueño de la FIFA. Y como el surcoreano vería además que el "jefe" saludaba a Roberto Carlos y Ronaldo, y más tarde veía el partido con Pelé y Joao Havelange en animada francachela, sólo pudo exclamar: "¡Tate, aquí hay tomate!". Young-joo reaccionó con prontitud y supo rápidamente lo que le convenía. Fair play ¿no?...

El negocio está a salvo, no corre peligro. Aunque el descarado y excesivo celo con el que lo protegieron amenaza con enturbiar las relaciones diplomáticas entre Corea y Turquía. Haluk Ulusoy, presidente de la federación turca, ha explotado afirmando que "Turquía sacrificó a un millar de soldados para defender a los coreanos, y anoche un coreano mató a setenta millones de turcos". ¿A quién votó Ulusoy el otro día? ¿No sería por casualidad al camerunés Issa Hayatou? Tengo mucho interés por comprobar qué clase de árbitros —si "halcones" o "palomas", como los bautizó en su día Alfonso Azuara— recibirá la selección de Camerún a lo largo de este Mundial. Pero que nadie dude de la profesionalidad de Young-joo porque él se limitó a poner en práctica lo que aprendió de sus mayores.

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