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Juan Manuel Rodríguez

La paciencia de Hans Gamper

Suele decirse que detrás de un gran hombre hay una gran mujer. Lo desconozco. Sí es verdad, sin embargo, que un gran club de fútbol debe estar respaldado por un gran estadio, un "teatro de los sueños" (Old Trafford, en el caso de los seguidores del Manchester United); una "fábrica" (el estadio Santiago Bernabéu para los madridistas), etcétera, etcétera. Habría mil ejemplos. En el caso de los grandes hombres y de sus presuntas grandes mujeres, lo cierto es que hay rascar en la biografía para saber que estaban allí. ¿Sabías que...? ¡No puede ser! En el mundo del fútbol es literalmente imposible que un gran equipo juegue en un espantajo de estadio. Es más, el campo va creciendo a medida que lo hace la historia y los éxitos del club al que acoge. Un ejemplo palpable de esto que digo es el Nou Camp, estadio perteneciente al Fútbol Club Barcelona.

Al parecer Joan Gaspart piensa consultar en abril a sus socios a propósito del cambio de nombre. Y me parece fenomenal. ¿Nou Camp? ¿Campo Nuevo? En su día sí lo fue porque sustituyó al histórico estadio de Las Corts, que se había quedado minúsculo para tanto fútbol, pero ahora... ¿Qué quiere decir Campo Nuevo? Yo estoy plenamente de acuerdo con el presidente del Barcelona, ya va siendo hora de que a ese campo se le llame como se tuvo hacerse desde su inauguración el 24 de septiembre de 1957: Estadio Joan Gamper, ¿qué menos? Yo soy de los que creen firmemente que el campo azulgrana se llama así desde el primer día, estadio Joan Gamper, y que lo único que hay que hacer es refrendarlo.

El Barcelona pasó de jugar sus partidos en el Velódromo de la Bonanova a hacerlo en el Campo del Hotel Casanovas; de ahí a la Carretera de Horta, la Calle Muntaner, la Calle Industria y, por fin, Las Corts. Allí cabían treinta mil espectadores; muy pocos para tanta historia. El club compró unos terrenos por 32 millones de pesetas, y por otros 300 construyó el campo que hoy se identifica mundialmente con el Fútbol Club Barcelona.

La tenacidad del suizo Hans Gamper se merece –pienso yo– mucho más que un Trofeo que lleve su nombre. Fue la cabeza visible del club catalán en cinco ocasiones diferentes y logró materializar el anhelo de mucha gente. Si el Barcelona es hoy más que un club fue gracias a que Gamper fue también mucho más que un presidente. El actual entrenador del Atlético de Madrid, Marcos Alonso, me confesó hace poco que sólo los futbolistas más grandes saben pararse dentro del área. Es muy bueno que entre tanto lío, entre tanto Serra Ferrer y tanto Cúper, Joan Gaspart se pare dentro del área y mire por el retrovisor de la historia. Allí le espera pacientemente Gamper desde hace más de cuarenta años.

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