Menú
Juan Manuel Rodríguez

Les "tontés" de l'apostrofe

¿Qué habrá sido de Jeanine, mi vieja profesora de francés? Recuerdo perfectamente su "pito", y cómo se enfadaba conmigo cuando, en broma, la decía: "ne me grité pas, por favor Jeanine, ne me grité pas". Lo único sustancioso que saqué de sus clases fueron las bellas melodías de Jacques Brel y George Moustaki, tristes pero sentidas, canciones que llegaban al corazón. Jeanine partió siempre con la desventaja de que la tocaba "actuar" justo después de la comida, y ahora que lo pienso es probable que sus chillidos fueran un mecanismo de autodefensa, como la tinta del calamar o como el pito -este auténtico, no gutural- del aparcacoches de la plaza de Chinchón a quien nadie hace el más mínimo caso. Jeanine siempre me pareció muy francesa, tan pintarrajeada y jovial a pesar de su edad, con cierto aire de superioridad a lo general De Gaulle, como pensando -en francés, claro- que no se hizo la miel para la boca del asno. Y sin embargo también hay asnos en Francia, lo que he dado en llamar "les tontés de l'apostrofe".

El diario "L'Equipe" ha cometido con nuestro Igor González de Galdeano una auténtica tropelía, un acto clarísimo de sabotaje mediático auspiciado e ideado por la des-organización de la ronda gala. El problema no es el asma de Igor, o el producto -permitido por la Unión Ciclista Internacional- que el corredor de la ONCE tome para evitarla. El verdadero problema es que en Francia no sale un ciclista con posibilidades reales de ganar el Tour desde la retirada del antipático Laurent Fiognon, y aquello fue ya hace demasiado tiempo. No existe el "caso González de Galdeano", sino el "caso L'Equipe" o el "caso Tour de Francia". El ex prestigioso diario deportivo francés (ya se sabe que uno vale en esta profesión tanto como valga su último reportaje, y éste fue una "merdé") no quiso que la realidad le impidiera ofrecer a sus lectores una noticia, la que fuera. No contrastó la información, ni dejaron que se la contrastaran otros. Y todo, insisto, con la anuencia de los máximos irresponsables de la carrera.

Es inevitable llegar a la conclusión de que lo peor del Tour es que se tiene que correr obligatoriamente en Francia. Puede que Igor consiga abstraerse de las "minas anti-ciclista" que van colocando por el camino los organizadores, pero también cabe la posibilidad de que no sea así. También es imposible no pensar que si hubiera un corredor francés, sólo uno, que tuviera posibilidades de llegar vestido con el amarillo a París, estos sinvergüenzas harían todo lo que estuviera en sus manos para ponerle una alfombra roja directamente hasta los Campos Elíseos. Mucha apóstrofe y mucha gaita, pero a la hora de la "verité" nada de nada. ¡Qué verguenza Jeanine!

En Deportes

    0
    comentarios