Traigo a colación aquí la revancha del 25 de mayo de 1965 entre Cassius Clay y Sonny Liston por dos motivos esenciales. El primero de ellos es porque ninguna pelea tiene más derecho que aquella a ser incluida en esta serie de artículos puesto que el combate entre Clay y Liston duró sólo un asalto. Y el segundo y fundamental es por lo que aquel nock out representó para la historia del boxeo, marcando inevitablemente el "antes" y el "después" de la aparición de Marcellus Cassius Clay. Mort Sharnik, de "Sports Illustrated", le preguntó algunos días antes a Alí cómo veía él la pelea, y éste dijo que iba a ser "corta. Así es el boxeo. No hay plan. Puede que al principio yo no lance un sólo golpe. Voy a retroceder, que Liston me persiga, y de pronto ¡bang! Le meto la mano derecha y se acabó"... Aquella fue sin duda la improvisación más planificada jamás contada.
Antes que nada convendría recordar que la pelea (el asalto en realidad) de Lewiston, Maine, suponía la revancha de aquel otro mítico combate del 14 de febrero de 1964 en el que Clay, contra la opinión unánime de todos los especialistas del mundo, había desposeído a Liston del Mundial de los pesos pesados. Clay lo tenía también muy claro entonces y, antes de saltar al ring, escribió lo siguiente en su egocéntrico, desmadrado, alocado e irreverente "Canto a mí mismo":
"Ved al joven Cassius Clay,
peleando contra el Oso.
Liston recula y recula
y va a acabar en el foso,
porque en el ring ya no hay sitio
–y eso que es muy espacioso–.
Clay le pega con un puño,
luego le da con el otro.
El único que pelea
es Cassius Clay el Hermoso".