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Juan Manuel Rodríguez

Macbeth. Acto Cuarto. Escena Primera

Les juro que viendo así a Joan Gaspart –triste y lloroso, abatido y sólo, ojeroso, dando manotazos a sus subalternos, diciendo eso de "dejadme sólo"– me dieron ganas de levantarme de mi butaca y ponerme a aplaudir como un poseso. ¡Bravo!... ¡Bravo!... La gente salía embelesada del Camp Nou. Unos alababan la fotografía. Otros la música. Tampoco estuvieron mal los secundarios. Pero, en general, lo que todo el mundo resaltaba era la soberbia interpretación de Joan Gaspart, y eso que hasta la fecha sólo se le conocía un papel –minúsculo– en una pelicula de Antoni Rivas. ¡Qué primer plano!... El presidente del Barcelona inmolándose ante sus "consocios", exigiendo el lapidamiento público.

A Gaspart únicamente le faltó exclamar (a través de la megafonía del campo, que si sirve para amedrentar a Figo debiera también serle útil a la cultura) lo siguiente: "¡Tiempo, anticipas mis terribles empresas! Los proyectos fugitivos nunca se efectúan, a menos que los acompañe la acción. Desde este momento, las primicias de mi corazón serán las primicias de mi mano" (Macbeth. Acto Cuarto. Escena Primera). Y si la actuación se hubiera preparado como es debido (como cuando se hacen mosaicos de esos para batir algún record mundial), todos los socios tendrían que haber estado preparados para responder: "¡Salve, Rey de Escocia!".

De buena gana me habría levantado a por una bolsa de palomitas, pero no pude; estaba allí quieto, con los ojos como platos, solidificado, cuajado, comprimido, coagulado, apelmazado y grumoso; todo al mismo tiempo y todo de golpe. ¡Qué retirada del palco!... Y luego... ¡qué rueda de prensa!... Cito de memoria: "el presidente del Barcelona no va a dimitir por responsabilidad"... ¡Autor, autor, que salga el autor!... Y así hasta bien entrada la una de la madrugada. Ni "Ama Rosa" supera eso.

Por poner un "pero", pero muy pequeño, una motita insignificante, a mí el final me pareció un poco flojo. ¿Cómo que consultar a los socios compromisarios? Su decisión no sería vinculante desde el punto de vista legal, y desde el otro –el moral– el público ya dijo el domingo todo lo que pensaba. Pero es mucho mejor recitar a William Shakespeare. Por ejemplo: "¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante Fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? ¡Morir..., dormir, ¡no más!" (Hamlet. Acto Segundo. Escena Segunda).

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