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Habría que empezar por decir que Tote es un futbolista que entra rápidamente por los ojos, un jugador muy "visual" que, con sus acciones sobre el terreno de juego, dirige constantemente guiños al espectador. Y quedan pocos de esos. En el Real Madrid actual, por ejemplo, sólo hay otros dos: Roberto Carlos y Zidane. Y uno tiene que estar muy seguro de sí mismo, muy "sobrado" que diría un castizo, para, llamándose Tote y no Hagi o Romario por ejemplo, y siendo suplente habitual de un equipo de estrellas, intentar una ravona en el estadio Santiago Bernabéu. Tote lo intenta, y eso es de agradecer desde el punto de vista de aquel que paga una entrada para presenciar un partido de fútbol en vez de ir al cine o al teatro.

Si no se marcha antes cedido, Tote se irá del Real Madrid en junio. Y triunfará. Y no será esa una cuestión achacable al entrenador (o quizás sí), pero desde luego no será el primer caso parecido, ni tampoco el último. Por la "casa blanca" pasan miles de futbolistas y la selección es en muchas ocasiones injusta. Florentino Pérez tratará de aguantar a los "Pavones" (Miñambres, Bravo o Portillo) siempre y cuando el Bernabéu no exija sus cabezas. El día que el público –entendido o no, que esa es otra historia– pida sangre, la primera que correrá será la del ternerillo tembloroso surgido de la cantera.

El sector más folclórico, ultra e ignorante del estadio Bernabéu (también, gracias a Dios, el más minoritario) no le pasó a Tote unas declaraciones suyas en las que no cerraba las puertas al Atlético de Madrid. Y lo cierto es que, en el partido contra el Tarrasa, Tote entró por la banda derecha, por la izquierda, por el centro, asistió a Celades en el gol y sólo le faltó marcar uno para firmar una actuación prodigiosa. El "tendido del siete" acribilló a Tote, pero aplaudió sin embargo al inglés Steve Mc Manaman –como todo el mundo sabe, madridista desde que nació en Liverpool– que cobra ochocientos millones al año por sentarse a la diestra del madrileño. ¿Quién lo entiende?

Los mismos que gritaban "¡Tote vete ya!", cantaban hace nada aquello de "¡Hugo, Hugo!", cuando el mejicano –el mejor delantero centro de los últimos quince años– venía procedente del Atlético de Madrid y estuvo a puntito de fichar por el Barcelona por dinero. Los mismos que vejaron a Tote, corearon "¡Raúl, Raúl, Raúl!" el 18 de diciembre, cuando Ronaldo recibía el "Balón de Oro". Y resulta que Raúl, como Tote, salió de la cantera rojiblanca. Mala memoria. Y flaca. Como empiecen a pedir el "Rh" a la entrada de los estadios habrá muchas sorpresas.

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