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En Guam huyen del barón de Coubertain como del mismo diablo; vamos, en realidad huyen del espíritu deportivo del famoso pedagogo francés, del "fair play" llevado hasta sus últimas consecuencias y de aquello tan bonito de "lo importante es participar". En la paradisíaca isla del Pacífico quieren participar, sí, desde luego. Por eso solicitaron a la FIFA su inscripción como selección nacional; pero lo que realmente anhelan es ganar aunque sólo sea una vez. El fundador de los modernos Juegos Olímpicos estaría orgulloso de la tenacidad de los ¿"guameses"?, ¿"guamianos"?, ¿"guaminianos"?, porque no ponen una mala cara, no realizan un mal gesto cuando -por ejemplo-, la poderosísima Tayikistán le mete dieciséis goles en un sólo partido. 16-0.

En Guam de lo que hablan en realidad es de supervivencia deportiva, y de un cierto grado de dignidad personal. Son conscientes de que no estarán en el Mundial del año 2002 (de hecho ocupan en estos momentos el puesto 200 del ránking, y no hay 201 al que mirar de soslayo y con cierto aire de prepotencia) y se han establecido como un reto ir reduciendo las derrotas para, en un futuro, saborear alguna victoria.

Que el fútbol es un idioma universal no lo duda nadie. Mucho más que el inglés; más aún que nuestro castellano que fuerza a farfullar el "¡Vamous a ganarr!" a todo un candidato a la presidencia de Estados Unidos. Desde luego el del fútbol es un idioma mucho más extendido que el esperanto o que el chino (y eso que hay mil millones de personas que lo hablan), y de ahí surge seguramente el esfuerzo redoblado que están dispuestos a hacer los habitantes de Guam. Me los imagino bajo un bosque de palmeras, bañándose en el mar, tostándose bajo el sol y jugando al fútbol-playa soñando con ganar algún día a Irán, que les metió hace nada diecinueve golitos... ¿A santo de qué?... Muy sencillo: hoy si no "hablas fútbol" estás totalmente aislado, no existes, no eres nadie; y en Guam reivindican su lugar bajo el sol de Joseph Blatter, como cualquier hijo de vecino.

En su Liga participan cinco clubes; tienen quince entrenadores y veintiocho árbitros. De sus mil licencias, cien corresponden a mujeres pero están decididos a "hablar fútbol" al precio que sea. Respetando el "fair play" de monsieur Pierre de Coubertain, pero marcando de vez en cuando algún golito aunque sea de penalti injusto y en el último minuto. Guam sustituye al Alcoyano. En el Pacífico sí que poseen una moral a prueba de bombas.

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