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Juan Manuel Rodríguez

Nadal, primer récord

Los franceses parecen predestinados a organizar un torneo a la medida de sus vecinos españoles. Y eso tiene que dolerles un rato.

No sé qué es más difícil, ganar cincuenta y cuatro partidos seguidos sobre tierra batida o que un español sea portada de L'Equipe. "Nadal, premier récord", titula el diario deportivo francés. Y la fotografía muestra al tenista español golpeando una pelota con furia redoblada en el histórico partido contra Soderling. Ese es el calificativo más adecuado que se puede aplicar a su victoria sobre el sueco, "histórica". Y si histórico resulta ganar cincuenta y cuatro partidos de tenis seguidos, mucho más lo es que Guillermo Vilas (¡está hecho un chaval, cómo se mantiene el pibe!) baje a la pista para entregarte un regalo conmemorativo de la hazaña. El argentino sólo cometió un pequeño error, y fue "picar" inconscientemente a Nadal tras afirmar que él lo que no quería de ningún modo es que le arrebatasen su otro récord, el de cuarenta y seis victorias consecutivas sobre cualquier superficie. Ojalá la portada de L'Equipe sea premonitoria: "Nadal, primer récord", que es tanto como aventurar que sólo ha caído el primero.

Los franceses parecen predestinados a organizar un torneo a la medida de sus vecinos españoles. Y eso tiene que dolerles un rato. De ahí que den una de cal y otra de arena. Por un lado, L'Equipe rinde un merecido tributo al campeonísimo, y por el otro Le journal de dimanche se pregunta cómo puede tener tanta musculatura Nadal en su brazo izquierdo, mezclándolo todo con la hipotética presencia de EPO en el circuito. El argumento, como podrá comprobarse, es falaz hasta más no poder: puesto que tiene musculatura en el brazo izquierdo, el tenista se dopa. ¿Se dopaba también Vilas en los años 70? El argentino tenía dos brazos distintos: uno, el izquierdo, era el del mismísimo Popeye el marino inmediatamente después de haberse comido una lata de espinacas; el otro era un brazo normal, casi escuchimizado, un brazo casi ridículo. Y digo yo, ¿no tendría eso algo que ver con el esfuerzo al que sometió a su brazo durante cientos de partidos a lo largo de su prolífica carrera profesional? El periódico tira la piedra y luego esconde la mano, aunque lo que realmente inquieta a los organizadores de Roland Garros no es el doping sino el hecho de que el último francés en conquistar París fuera Noah en 1983. Casi un cuarto de siglo. Mucho tiempo. Demasiado. Y más bajo ese sol abrasador de finales del mes de mayo.

La lista de víctimas de Rafael Nadal es, si me permiten la licencia, algo así como un cementerio de Arlington tenístico: 39 jugadores, 17 nacionalidades, 12 españoles, 10 argentinos, 6 franceses, 4 belgas, 4 checos, 3 italianos, 3 suizos, 2 finlandeses, 2 chilenos, 1 alemán, 1 británico, 1 luxemburgués, 1 monegasco, 1 rumano, 1 ruso, 1 eslovaco y 1 americano. Nadal ha ganado a 48 diestros y seis zurdos, y les tiene especialmente cogida la medida a Federer, Coria y Gaudio. Rafa no pierde en tierra desde el 7 de abril de 2005. En aquella ocasión le ganó el ruso Igor Andreev en el torneo de Valencia. Tenemos tenista para rato. Y sin necesidad de espinacas.

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