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Juan Manuel Rodríguez

Nuestros héroes del ciclismo mundial

Si Lance Armstrong continúa planteándose la posibilidad de disputar la próxima temporada otras carreras además del Tour de Francia es porque al estadounidense deben quedarle pocas dudas al respecto de que Eddy Merckx fuera más grande ciclista que él. El belga comentaba hace algunos días que la actual y la suya eran épocas incomparables, y que cuando él montaba en bicicleta se veía obligado a correr en todos los sitios posibles para poder ganarse la vida. De hecho, Merckx ganó cinco Tours, cinco Giros, una Vuelta y tres Mundiales, marcando un registro que, como él mismo decía, no resiste comparación posible. Es por eso que, aunque no creo que ni mucho menos se olvide de Francia, Armstrong está obsesionado con acudir a otras carreras, e incluso podría haber consultado ya con sus preparadores cómo le afectaría a él, a la hora de asaltar su séptimo Tour, el hecho de correr también el Giro de Italia.
 
Armstrong, que será considerado por todos como un mito del deporte mundial cuando hayan pasado treinta años, compite en estos instantes consigo mismo y con el recuerdo vivísimo que la gente conserva todavía de sus héroes ciclistas, los Ulises o Aquiles de la bicicleta a lo largo del siglo XX. Y ahí, incluso el texano está perdido. Las gestas de los Anquetil, Coppi o Thevenet deben repiquetearle con fuerza en la cabeza, y eso no existe tranquilizante que lo cure. A Lance Armstrong le llama por teléfono el hombre más poderoso de la tierra para darle la enhorabuena y decirle que su país se siente muy orgulloso de él, pero el primer aficionado que se encuentre usted por la calle le dirá, sin anestesia previa, que el americano es sólo un especialista, simplemente el mejor "hombre Tour" que ha nacido hasta la fecha. Pero, ¿un héroe?... ¡Qué va, ni mucho menos!... Ni siquiera a Jan Ullrich, el primer alemán que consiguió ganar la carrera francesa en 1997, le tienen considerado como el mejor segundo. Ese "privilegio" lo ostenta falsamente Raymond Poulidor, quien fuera a lo largo de su larga trayectoria deportiva cuatro veces segundo y en otras tres ocasiones tercero en los Campos Elíseos de París. Poulidor nunca vistió el maillot amarillo, y quizás sea considerado el "rey de los segundos" precisamente porque sufrió en sus carnes el estrechísimo marcaje del calculador Jacques Anquetil, y porque nunca en su vida logró ganar un Tour.
 
Aunque realmente el segundo por excelencia fuera Joop Zoetemelk; él ocupó ese puesto en seis ocasiones, por detrás de verdaderas glorias del ciclismo como el citado Merckx, Lucien Van Impe o Bernard Hinault, y consiguió ganar la carrera en el año 1980, debido a que el "caimán" se vio obligado a abandonar tras sufrir una tendinitis. Eran aquellos años en los que los chavales conocíamos al holandés, con un poquito de desdén y bastante mala leche, como "Zoquetemelk". Pero, a pesar de aquel sencillo e injusto juego de palabras, resulta indudable que él también fue uno de nuestros héroes del ciclismo mundial.

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