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Juan Manuel Rodríguez

Nuevos santos del siglo XXI

El milagro se hizo público ayer y aconteció en la ciudad Italiana de Milán, de donde proceden el equipo del mismo nombre y su eterno rival, el Inter. Y es precisamente a este último club de fútbol al que afectó de pleno el susodicho milagro. Tres de sus jugadores –Ronaldo, Vieri y Recoba– decidieron rebajarse el sueldo por propia iniciativa y tras largas conversaciones entre ellos. El Inter no está atravesando por su mejor momento, y esta "tripleta millonaria" decidió mostrar su amor a los colores reduciéndose la ficha en una cantidad que podría oscilar entre el 5 y el 10% de su sueldo. ¡Que repiquen las campanas de la Catedral de Milán! ¡Que los tifossi salgan a las calles y plazas de su ciudad!... ¡Tres futbolistas rebajando su sueldo! ¡Mamma mía! El milanista Fernando Redondo fue uno de los precursores de esta moda, pero su decisión tenía sentido puesto que una lesión iba a mantenerle una temporada ausente de los terrenos de juego. ¡Pero esto! Si no lo veo no me lo creo.

¿Así que ahora el amor a los colores se demuestra pasando de ganar setecientos cincuenta millones a "sólo" setecientos? En los tiempos de Paco Gento se firmaban los contratos en blanco, y eso quería decir que el jugador de que se tratara se quedaría en el Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid no por el dinero sino porque quería quedarse. Punto. Yo creo que si Ronaldo, Vieri y Recoba hubieran pretendido realmente darle al Inter una "limosna", lo hubieran hecho en el más absoluto de los silencios y sin que nadie se hubiera enterado. Ayer la noticia de este "gesto humanitario" apareció al instante en la página web del Inter de Milán, y desde ahí al mundo en una campaña publicitaria que para sí quisieran los mismísimos hermanos Benetton.

Hemos entrado en una nueva fase que sólo Dios sabe dónde y cómo acabará. Advierto cierto movimiento de traslación en los futbolistas que, tras pasar de "profesionales" a productos humanos de marketing, quieren ganarse ahora la santidad a través de sus donaciones. Para Ronaldo ya no es suficiente con que un peinado chorra suyo "afecte" como un virus antiestético a cientos de miles de chavales, tiernos corderitos haciendo cola a la puerta del sorprendido y agradecido peluquero. Ahora quiere que le adoren. Hoy repican las campanas de la Catedral, mañana quién sabe si veremos dentro a Vieri o Recoba en piedra, los nuevos santos del siglo XXI. Y sin tanto sufrimiento como San Lorenzo.

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