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Por si no estuviera ya suficientemente "holandesizado", el Fútbol Club Barcelona anda empeñado ahora en cerrar la incorporación –en forma de contratación o cesión– de Edgar Davids a su primera plantilla. Joan Laporta siempre podrá excusarse aduciendo que es Frank Rijkaard (o sea, Johan Cruyff) quien le aconseja traerse a este "viejo rockero" del fútbol europeo, pero eso no podrá evitar la impresión generalizada de que el nuevo proyecto culé está dando los viejos bandazos de siempre. Si algo confirmó el partido de Copa del Rey contra el Levante es que este equipo lo que necesita es justamente lo contrario de lo que se lanza a fichar, es decir alguien que marque goles. Lo que le hace falta al Barcelona no es un "pitbull" sino un "galgo" y eso no se puede improvisar en el raquítico mercado de invierno.
 
Sandro Rosell asegura que la edad de Davids (30 años) no es un problema cuando sí lo es. Este futbolista se lo debe todo a su poderío físico y si ahora no está jugando en la Juventus de Turín será por algo. La incorporación del holandés entrañaría además un montón de dificultades añadidas. Parece que la opción más factible es que llegara cedido hasta junio (el jugador tiene un acuerdo para jugar en la Roma la próxima temporada). ¿Se la jugaría en seis meses Davids por el Barcelona? ¿Qué pensarían el resto de compañeros? Rijkaard se ha encargado de repetir en varias ocasiones que Davids podría insuflarle a la plantilla el carácter ganador que necesita... ¿Es que no hay un sólo jugador en este Barcelona que tenga el carácter suficiente como para que tengan que irse a Italia deprisa y corriendo para incorporar a uno que cumplirá treinta y un años en marzo? ¿No es eso una falta de respeto, por ejemplo, a Luis Enrique que sí lleva un lustro partiéndose la cara por esos colores?
 
Sólo veo problemas en esta "Operación Pitbull" que nos quieren vender ahora como la solución a todos los males del Barcelona. Si Laporta no estuviera tan nervioso lo que haría es quedarse absolutamente quieto hasta la próxima temporada. Y si Sandro Rosell supiera tanto como dice empezaría a trabajar inmediatamente en varias cuestiones... ¿La primera de ellas? Convencer como fuera a Johan Cruyff para que cruzase de una vez por todas la frontera entre la comodidad y la responsabilidad. Es muy sencillo tirar la piedra y luego esconder la mano, y tampoco tiene demasiado sentido cuando todo el mundo conoce a la perfección que la mano que mece la cuna es la suya.

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