Ken Carter había sido alumno y jugador del instituto de Richmond a cuyo equipo de baloncesto entrenaba, pero él atribuía su éxito a la formación que había recibido y no a su nivel de juego. La decisión que adoptó de cerrar el gimnasio hasta que sus jugadores no mejorasen su rendimiento académico provocó la ira de una parte de los padres y de la sociedad de Richmond, un pueblo obrero de Virginia, que veían en el baloncesto la única salida para sus hijos. Carter fue expulsado inicialmente de la High School, pero fueron sus propios jugadores quienes exigieron su regreso inmediato al equipo.
De 1999 a esta parte, la situación denunciada por Ken Carter lejos de mejorar ha empeorado. Antes, el proceso habitual de captación de nuevos talentos para la NBA era el siguiente: del instituto pasaban a la universidad y, finalmente, a la Liga profesional. Dicho mecanismo no garantizaba en absoluto que un jugador que hubiera despuntado primero en su "high scholl" y hubiera madurado después en la universidad fuera a convertirse en el nuevo Michael Jordan. Y el "paso intermedio universitario" tampoco aseguraba a los deportistas de élite una auténtica formación académica, (ahí quedan reflejadas las descarnadas críticas de Tom Wolfe) aunque sí les ofrecía al menos "la posibilidad de".... ¿Qué sucede ahora?... La ausencia de talento es tal que la NBA ha tenido que venir a Europa para nutrirse de buenos jugadores. Y no es sólo que el baloncesto profesional americano tienda sus redes en el viejo continente porque aquí hayan surgido, de repente, mejores baloncestistas, no. En EEUU los prefieren europeos porque también adquirieron una formación más sólida y porque son más completos fuera de las canchas.