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El otro día se produjeron una serie de circunstancias inéditas en El
Cerro del Espino, uno de los lugares donde entrena habitualmente el Atlético de Madrid. Paso ahora a relatarlas. José Mari se plantó delante de la prensa y, ufano él, comunicó oficialmente que no hablaría para nadie mientras estuvieran allí presentes el fotógrafo y el redactor de El Mundo Deportivo. Al parecer al futbolista le habían molestado unas críticas (del “1” al “10”, un “3” como máximo) aparecidas en la contraportada del susodicho periódico. El jefe de prensa del club fue el encargado de comunicárselo a los profesionales de la información, y a continuación un grupo de “insurrectos” liderados por Ricardo Altable (Cadena Cope) fueron
abandonando la sala de prensa. Lo que me llevó a preguntarme sobre cuál es el espacio exacto que ocupa la prensa deportiva en este "show" del fútbol profesional. ¿Jugamos el papel que nos merecemos? ¿Nos hemos ganado interpretar otro distinto, o tenemos lo que nos ganamos a pulso?

Resulta inédito que un futbolista actúe como censor franquista (él, que por edad no pudo conocer a Francisco Franco) y, en pleno siglo XXI saque la tijera y corte el beso para evitar que nos excitemos. Los jefes de prensa de los clubes profesionales actúan como mamporreros de los jugadores, y luego las sociedades anónimas deportivas pretenden que se las tome en serio. ¿El jefe de prensa no está para colaborar con la prensa?

Pues no. Ahora el jefe de prensa está para hacerle la vida fácil al
futbolista de turno, impidiendo la labor de los profesionales. Y eso, en mi modesta opinión, resulta igualmente inédito. Como es también inédito el que un periodista deportivo se solidarice con otro en semejante circunstancia. Lo habitual es permanecer apostado tras la grabadora, escondido hasta que pase el temporal. ¿Por qué? Porque el plumilla tiene miedo, cuando lo que debería tener un periodista es carácter y no miedo. Por eso resulta inédito que alguien diga “si ellos se van, yo también”. Y por último, es groseramente inédito que haya alguien que se quede, se baje los pantalones e interprete el papel de “periodista Lewinsky”. Mucho más espeluznante es que, para quedarse, aduzca que lo que
pueda decir José Mari resulta “muy interesante”... No recuerdo la última vez (correría el año 1988...) que un futbolista dijo algo realmente interesante.

Por lo que deduzco que quizás la prensa deportiva sí juegue el papel que se merece, el de juglar de las gestas de estos héroes modernos. ¿Y quieren saber algo realmente inédito? Pues ahí va: al día siguiente de que al periodista de El Mundo Deportivo le ninguneen, el diario deportivo catalán no le dedica ni una sola línea a ese hecho, ni un editorial, nada de nada. Es preferible pasarlo por alto, o solucionarlo “en las alturas”... ¿El periodista? A seguir tragando.

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