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Juan Manuel Rodríguez

Pino tiene coartada

Huérfanos de declaraciones de sus colegas en activo, los medios de comunicación hemos tenido que recurrir en última instancia al experimentado juicio de los jubilados

¿Y cómo es el Comité Técnico de Árbitros? ¿A qué dedica el tiempo libre?... Está claro que la tan cacareada "uniformidad de criterios" no funciona, y que lo que para uno es penalti para otro no lo es, y que lo que para uno es tarjeta roja para otro ni siquiera es amarilla. El conocimiento del reglamento, como el valor en la "mili", se les supone, pero una cosa es la teórica de la pizarra y otra muy distinta la práctica de un estadio con setenta mil aficionados. El problema de los árbitros españoles no es que sean malos, no; incluso alguno de ellos pasaría por bueno. Tampoco supone un problema morrocotudo que los árbitros se equivoquen, no; todos nos equivocamos, desde los jugadores hasta los entrenadores, pasando por los periodistas y los propios aficionados. Su verdadero problema es que, tras el flagrante error, se esconden, no dan la cara, simplemente desaparecen del mapa, no existen...
 
¿Por qué no hablan los árbitros?... Pues los árbitros están mudos precisamente por órden expresa y tajante del Comité Técnico de Árbitros, que es como el perro del hortelano que ni come, ni tampoco deja comer. El madrileño Pino Zamorano no ve la llave inglesa de Navarro sobre Arango, y luego monta el taco en el partido entre Barcelona y Betis... ¿Qué piensa Pino?... ¿Qué dice Pino?... ¿Quiere defenderse Pino?... Para saber qué piensa, qué dice y si quiere o no quiere defenderse Pino Zamorano, uno tiene que llamar a Victoriano Sánchez Arminio o Manuel Díaz Vega, retirados ambos del mundo del arbitraje desde que el entrañable José Plaza (q.e.p.d.) era cabo.
 
Y luego tenemos este problemilla del ordenador. El aparato que tienen en el Comité Técnico está más destartalado que aquel "Hall 9.000" de "2001, Odisea del espacio", sólo que éste, el nuestro, no anda tan fino como aquel, que era capaz de oír hasta el vuelo de una mosca. El de Stanley Kubrick se enteraba de todo, y el de Victoriano está ciego y sordo. Y, por último, el otro problema que tienen los árbitros son los ex-árbitros. Huérfanos de declaraciones de sus colegas en activo, los medios de comunicación hemos tenido que recurrir en última instancia al experimentado juicio de los jubilados, quienes, por cierto, se muestran ciertamente inmisericordes con quienes fueron sus compañeros de trabajo. Como ven, nuestros árbitros tienen demasiados problemas como para ponerse a pensar en el arbitraje. Pino tiene coartada.

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