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Juan Manuel Rodríguez

Por qué Di Stéfano es el más grande

Alfredo di Stéfano no es el futbolista más grande de la historia por sus cinco Copas de Europa con el Real Madrid, sino por dos cuestiones más relevantes: su capacidad para cambiar el rumbo de la historia deportiva en España y su influencia a la hora de variar el concepto que se tenía del juego hasta ese preciso instante. En cuanto a lo primero, no creo que queden ya muchas dudas al respecto. Cuando Di Stéfano (28 años) decide abandonar Colombia y regresar a Buenos Aires está decidido a dejar el fútbol, pero una vez en Argentina recibe una oferta del Barcelona que le convence para seguir como profesional. Viaja a España donde, tras un pleito ya mundialmente famoso, termina por fichar por el Real Madrid, con el que debuta oficialmente en la tercera jornada de Liga, en Santander, el 27 de septiembre. El Real Madrid llevaba diecinueve años sin ganar la Liga y, con la "saeta rubia" en el equipo, consigue el campeonato en 1954. Juega 28 partidos y se convierte en el máximo goleador del campeonato. ¿Qué hubiera sucedido si el Barcelona hubiera comprado sus derechos también al Millonarios? Jamás un sólo futbolista fue tan decisivo.

Sobre lo segundo, tampoco tengo dudas. Cuando Di Stéfano estaba en activo, el "dibujo táctico" de moda era el "WM" (3-4-3) con cinco defensas y cinco atacantes. El centro atacante era el director del juego y los interiores trataban de perforar la defensa contraria mientras que los extremos centraban desde la banda. Punto. Quienes primero cuestionaron aquella táctica fueron los húngaros con su 4-2-4 (3-6 en Wembley ante Inglaterra) en el mítico "partido del siglo". Pero en un intrascendente partido de la Copa de Europa contra el Niza, Di Stéfano desobedeció a Villalonga de la siguiente forma: el entrenador le dijo que se quedara fijo con el central (se llamaba González) porque era muy peligroso en las subidas. Villalonga entendía que Di Stéfano "fijaría" así al defensa del equipo francés. Empezó obedeciéndole pero, según avanzaba el partido, se dio cuenta de que no intervenía en el juego y fue retrasando lentamente su posición. Al final, el Real Madrid acabó jugando con un centro del campo compuesto por Muñoz, Zárraga, Rial y el propio Di Stéfano, con Gento sólo en el ataque. Eso dio que pensar a los teóricos porque el defensa central estaba siempre en inferioridad numérica, no en vano ese día Di Stéfano marcó dos goles. Y Villalonga le felicitó por haberle desobedecido. Aquello se llamó luego la táctica "punta de lanza" y fue clave en muchos de los éxitos futuros del Real Madrid.


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