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Juan Manuel Rodríguez

Que arbitren "R2 D2" y "C-3PO"

El Real Madrid-Barcelona empezó siendo una versión futbolística del Congreso de Viena ("pase usted primero", "después de usted caballero", "de ninguna manera señor mío"...), pero el error de Losantos Omar ha desatado las pasiones y a Talleyrand acaban de colgarle en el segundo anfiteatro del Nou Camp. Se acabaron los remilgos y el "marujeo", empieza la fiesta. El verdadero partido se juega desde el sábado a las once menos cuarto de la noche, y aquí no hay árbitro que valga por lo que es imposible saber cuánto tardarán en pitar el final.

Quiero quedarme con un par de cuestiones. La primera es que en Barcelona dicen que no recuerdan un "robo" parecido. Falso. Similares errores al del colegiado bilbaíno (o incluso peores) ha habido y seguirá habiendo en el futuro. Por ejemplo, el 23 de noviembre de 1960 un árbitro ingles, mister Leaf, le anuló cuatro goles al Real Madrid en la Copa de Europa. ¿Su rival? El Fútbol Club Barcelona. El 11 de julio de 1968 –Copa del Generalísimo– el señor Rigo pasaba por alto un clarísimo penalti sobre el madridista Serena. ¿Su rival? El Fútbol Club Barcelona (repito, año 1968, ¿No era el Madrid el equipo del Régimen?). Al revés, exactamente lo mismo; 6 de junio de 1970, Rifé empuja a Velázquez un metro fuera del área, y Guruceta pita penalti. Fallos (que no robos) como esos hay para dar y tomar. Cada vez que surgen jugadas tan polémicas nos asalta otra idea: ¿Se aprovecha suficientemente el fútbol de los avances tecnológicos? Esa es la segunda cuestión a analizar.

Desde hace años, la norteamericana National Football League (NFL) emplea el vídeo como elemento complementario a la actuación arbitral (el torneo Seis Naciones también acaba de incorporarlo). El proceso es un poco complejo, porque una cámara capta las imágenes –las mismas que reciben los telespectadores–, y se mandan a la cabina de repetición. El árbitro principal tiene 90 segundos para ver repetida la jugada y comunicar su decisión por megafonía. Todo muy americano, y en línea con la concepción que tienen del deporte por aquellos lares; ¿valdría aquí esa misma idea? Yo creo que no. Hace poco experimentaron con cuatro árbitros en Italia y el partido acabó suspendido por los incidentes del público. ¿El árbitro de un Real Madrid-Barcelona metiendo la cabeza en un habitáculo para ver repetido el gol de Rivaldo? No lo veo claro.

La solución estaría en que los árbitros fueran androides (como los de La Guerra de las Galaxias, "R2 D2" y "C-3PO"), aunque siempre habría un Gaspart que encontraría a un obrero madridista que –casualmente– participó en la cadena de montaje del robot en cuestión. Como ven, no nos salva ni Isaac Asimov.

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