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No recuerdo bien qué gran economista dijo una vez: "hágame usted previsiones sobre el pasado y así no nos equivocaremos". Es cierto. ¿Quién podía imaginar lo que aconteció el pasado 11 de septiembre? Y sobre todo, ¿quién podía saber qué iba a ocurrir después de ese día? Las previsiones más acertadas son casi siempre las que atañen directamente al pasado, así no existe posibilidad de que erremos. A pesar de lo cual hoy vamos a jugar al "fútbol-ficción" con Raúl González Blanco, el delantero del Real Madrid que este 29 de octubre de 2001 cumple siete años como jugador de Primera División.

¿Quién podía prever, cuando Jorge Valdano le hizo debutar, que siete años después Raúl iba a ser poseedor de estos números?: 396 partidos oficiales, 191 goles, 3 Ligas, 2 Copas de Europa, 1 Copa Intercontinental, 2 pichichis... Con la selección ha jugado en 48 ocasiones y ha marcado 22 goles. Y el "angelito" sólo tiene 24 años. El otro día, Lorenzo Serra Ferrer comentaba con razón que entre Raúl y Totti no había ni punto de comparación: el madrileño es definitivamente un futbolista mucho más completo. Lo que no puede recoger esa larga lista de partidos y goles es la ambición, que en el caso de Raúl no es fácilmente cuantificable porque siempre quiere más.

Por la "cuenta de la vieja", y si no sucede nada extraño, allá por 2008, Raúl habrá superado los 800 partidos oficiales y habrá marcado cerca de 400 goles. Con 31 años, el capitán madridista tendrá 6 Ligas en su poder y 4 Copas de Europa, muy cerquita de las seis del mítico Paco Gento. Habrá conseguido ser el máximo goleador del campeonato por lo menos en 4 ocasiones, y con la selección española habrá disputado cerca de 100 partidos, siendo, con sus 50 goles, el máximo realizador de toda la historia. ¿Habrá un Mundial o una Eurocopa en su historial? Ojalá. ¿Conseguirá la bota o el balón de oro? Para saberlo tendremos que esperar un poco, pero, como dijo Fernando Hierro, "mientras el resto va en seiscientos, Raúl corre como un Ferrari".

Sólo espero que el 29 de octubre de 2008, el carácter de este chaval no se haya agriado en la misma proporción aritmética que sus éxitos deportivos. De ser así, nos encontraremos, probablemente, con el futbolista español más importante de la historia, pero también con el más insoportable y egocéntrico. Cuentan que el emperador Julio César tenía a su servicio un esclavo con la única misión de recordarle constantemente que era un ser humano. Ginés Carvajal, que es su representante, podría pensar en hacer algo parecido y sacarle de paseo fuera de la "burbuja".

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