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Los miembros del COI se han trasladado hasta México (sol y tequila) para renovar su programa. Parece como si el doctor Jacques Rogge tuviera la imperiosa necesidad de darle cuanto antes una manita de pintura al viejo y trasnochado edificio olímpico, demostrando así que hay un presidente después de Juan Antonio Samaranch. Seguro que hay mucha gente que piensa que el español sigue dirigiendo el aparato del partido –porque eso es el COI, un partido– desde la sombra, manejando los hilos de su ahijado Jacques. Otros ni siquiera sabrán que hay nuevo presidente, de forma que Rogge quiere darse a conocer, y cuanto antes mejor. Pero su "gotelé" no creo que engañe a nadie. Rogge debate sobre la idoneidad de darle la voleta olímpica a sóftbol, béisbol y pentatlón, cuando el COI tiene dos problemas que le afectan estructuralmente: corrupción y dopaje.

En cuanto al primero, existe la sensación de que a los componentes del COI se les puede "untar" para que sus votos vayan en una u otra dirección; ese problema afectó seriamente los últimos años de presidencia del propio Samaranch, complicando muchos sus últimos días como máximo responsable de la institución, y Rogge no ha cogido aún el toro por los cuernos. Tampoco existe una postura contundente y efectiva sobre el "doping", y ahora en Méjico estudian "seriamente" si darle entrada al golf (ahí es nada) y a ese sucedáneo del rugby conocido como "rugby a siete". ¡Toma ya!...

El caso es que Samaranch junior (Juan Antonio Samaranch Salisachs) defendió la inclusión del español como lengua oficial del COI, junto a francés e inglés, pero Rogge se negó en redondo alegando que si se incluyera al español habría que hacer lo propio con otros dos idiomas que tienen aproximadamente el mismo rango de universalidad. La cuestión es que, despreciando al español, el Comité Olímpico Internacional continuará siendo una Torre de Babel deportiva. El nuevo presidente del COI rechaza lo inevitable, aunque también sería importante saber por qué el hijo defiende algo que no pasó por la imaginación del padre. Probablemente Rogge esté esperando a que la invasión del español en Estados Unidos sea completa, y que el "spanglish" sea lengua oficial en "yanquilandia", para atreverse él también a dar el paso. Escribió Rubén Darío lo siguiente: "¿Seremos entregados a los bárbaros fieros? ¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés? ¿Ya no hay nobles hidalgos ni bravos caballeros? ¿Callaremos ahora para llorar después? Rogge ha decidido llorar después. Asido a mi "ñ" con fuerza, le digo a Jacques: en el futuro será el crujir de dientes. El COI acabará hablando español.

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