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Un síntoma claro del cariz que está adquiriendo el Barcelona-Real Madrid del sábado que viene lo da el hecho de que Ronaldinho, como aconteciera en su día con el madrileño Eloy Gonzalo García "Cascorro", haya querido adentrarse él sólo con una lata de petróleo para prender fuego a la "galaxia merengue". Ha tenido que ser el presidente Joan Laporta en persona quien frenara la acción heroica del maltrecho brasileño quien, en un gesto épico que le honra y le granjeará mayor admiración si cabe en el futuro por parte de los aficionados culés, quiso levantarse herido del lecho, roto pero orgulloso y con la cabeza bien alta para defender al barcelonismo de esa "máquina devoradora de equipos" conocida popularmente como Real Madrid Club de Fútbol. "¡Aquí estoy yo para lo que sea menester, señor presidente!" ha dicho Ronaldinho, y Laporta, quizá con lágrimas en los ojos, le habrá respondido "tranquilo, hijo, tranquilo, descansa que nosotros haremos lo que podamos".
 
Así están las cosas. Nunca el Real Madrid ha tenido menos que perder en un partido cuyas perspectivas de triunfo sean mayores que en las de éste. El Barcelona cayó 5-1 contra el Málaga en La Rosaleda mientras que los "blancos" ya iban ganando 1-0 a los catorce segundos del derbi que les enfrentaba contra el Atlético de Madrid. Jamás un gesto (el de Ronaldinho) será tan valorado, porque el Barcelona depende exclusivamente de eso para salir "vivo" del Camp Nou. Pero ni siquiera el espíritu del legendario Cascorro conseguirá sacarles indemnes si el Real Madrid logra adelantarse en el marcador.
 
No me extraña que Frank Rijkaard quiera aislarse del mundanal ruido durante las próximas 48 horas. El entrenador holandés tiene que tapar un montón de agujeros, propios y ajenos. Y el mayor quebradero de cabeza le viene al holandés por parte de su rival, un equipo que jugando mal consigue ganar y haciéndolo bien puede humillarte fácilmente. En el hipotético caso de que Rijkaard lograra armar un equipo competitivo de aquí al 6 de diciembre, el Real Madrid seguiría teniendo a su alcance el mayor arsenal ofensivo del fútbol mundial.
 
Nunca nadie temió tanto antes por la llegada de un "gordo", un calvo y un "maniquí de alta costura". Pero resulta que el "maniquí" da puntadas de treinta metros con el balón, mientras que al calvo no hay ser humano que se lo quite... ¡Y del "gordo" qué podemos decir!... ¿Cómo afrontará Rijkaard el partido del sábado? Sólo puede salvarle el viejo espíritu del héroe español. Sólo pueden salir de ésta peregrinando a la plaza de Eloy Gonzalo, conocido popularmente como Cascorro.

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