Menú

Según se acerca el Campeonato del Mundo, va "in crescendo" también la presión que los aficionados ejercen sobre el equipo de Brasil y su seleccionador. Y la sensación que tenemos desde fuera es que Luiz Felipe Scolari es una olla a presión que está a punto de estallar. Miento: ya ha estallado. Tras el entrenamiento previo al partido amistoso contra Bolivia (¡un amistoso!), el entrenador le propinó a un hincha "una patada en el trasero", después de que éste reclamara la presencia de Romario en la selección. Al parecer Luizao impidió que las agresiones fueran mayores. La sensación de inestabilidad emocional y desequilibrio que ofrece Scolari me recuerda mucho, por poner un ejemplo, a las que también dieron José Emilio Santamaría en España-82, o Luis Suárez en Italia-90. Con una diferencia: ninguno de nuestros dos ex seleccionadores se topó con una personalidad tan arrolladora como la de Romario, brahmán de una religión futbolística que encabeza él mismo.

Scolari tiene todas las de perder en enero, y Brasil en junio. Está más claro que el agua que al equipo de Juan, Cris, Polga, Beletti, Silva o Kléberson le falta un líder nato. ¿Podrá serlo el barcelonista Rivaldo cuando llegue la hora? ¿Y el madridista Roberto Carlos? Creo que no. A los dos los ven ahora mismo como "futbolistas europeos", y más de una vez ellos mismos se han sentido extranjeros en su propio país. Mientras Washington tenía que soportar estoicamente los abucheos de sus seguidores cada vez que fallaba un lanzamiento a puerta, Romario le marcaba dos goles al Sao Paulo, siendo el gran protagonista de la victoria (2-3) de su equipo, el Vasco da Gama.

Ahora Scolari tiene que pensar muy deprisa. ¿Dar su brazo a torcer o "sostenella y no enmendalla"? El seleccionador ha justificado la ausencia del baixinho debido a "una opción táctica, no personal". Es cierto que, durante las eliminatorias mundialistas, Romario sufrió dos lesiones, pero Scolari se metió él solito en un jardín al negarle el pan y la sal al mejor delantero de Brasil con, según él, un sistema diferente al que usaba en su club. Si una táctica, sea cual fuere, es capaz de dejar sin jugar al fútbol a Romario, esa es sin duda una pésima táctica.

Tal y como lo veo, el verdadero problema de Scolari es que Romario tiene una personalidad mucho más acentuada que la suya. Y si el banquillo de Brasil ha sido siempre un horno, ahora ha echado demasiada leña al fuego. ¿Rectifica dando la imagen de un seleccionador débil, o se marcha a Japón, inamovible y rocoso, sin su mejor jugador? Scolari se halla en plena combustión.

© www.libertaddigital.com 2001
Todos los derechos reservados

Titulares de Libertad Digital
Suscríbase ahora para recibir nuestros titulares cómodamente cada mañana en su correo electrónico. Le contamos lo que necesita saber para estar al día.

 &nbsp
!-->

En Deportes

    0
    comentarios