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Juan Manuel Rodríguez

Si Florentino fichase a Camacho

Aunque Pedro de Felipe, representante de José Antonio Camacho, me haya desmentido en "El Tirachinas" de Madrid la existencia de una conversación telefónica entre Florentino Pérez y su representado para sondear la disposición que tendría éste para entrenar la próxima temporada al club de sus amores, lo cierto es que Camacho anda metido en esas quinielas que surgen por ahí de posibles candidatos a sustituir al decapitado Carlos Queiroz. El nombre de Camacho surge siempre en situaciones de dificultad, cuando pintan bastos para el equipo o cuando los "cracks" se desmandan. Y eso es así porque la imagen que transmite el murciano es la de un entrenador recto, con fuerte personalidad y profundas convicciones sobre cómo ha de dirigirse una plantilla. Era igual como futbolista, en eso no ha cambiado. Y ahora, claro, es inevitable que vuelva a sonar su nombre.
 
El día que Camacho plantó a Lorenzo Sanz y Juan Onieva por un quítame allá un preparador físico, el entrenador puso negro sobre blanco que no renunciaría jamás a sus ideas. Camacho es rico y puede permitirse el lujo de mostrarse un pelín orgulloso. Si un madridista como él, criado deportivamente hablando en la vieja ciudad deportiva y forjado como deportista en la "casa blanca", era capaz de hacer aquello con el Real... ¿qué no sería capaz de hacer con el resto de equipos? Quizás Lorenzo Sanz pensó que podría domarle, pero ni por esas. La personalidad de Camacho puede venir muy bien en determinadas circunstancias –y la actual puede ser una– y también convertirse en un implacable "boomerang" que golpea en la frente sin esperarlo. El murciano no sabe de etiquetas y dice lo que piensa sin ambages.
 
Si optara finalmente por él, Florentino Pérez estaría dando otra vuelta de tuerca a su proyecto inicial. Ya no serían sólo "Zidanes y Pavones" los que compondrían la primera plantilla blanca, sino también futbolistas intermedios. Y tampoco optaría por un entrenador de "perfil bajo" sino por uno que suele mantenerlo siempre excesivamente alto. Si Florentino eligiera a Camacho como cabeza deportiva visible de su segundo mandato presidencial, el presidente estaría declarándose oficialmente fuera de esa "línea roja" que separa el vestuario de la "zona noble", y, de paso, lograría un golpe de efecto populista (¿qué socio del Real Madrid no querría ver a Camacho en el banquillo?) y fácilmente "exportable". Sería también un reconocimiento implícito de que, efectivamente, se equivocó al pensar que esa plantilla podría dirigirla cualquiera. Si Florentino convenciese a Camacho demostraría además que él consigue lo que no logró su antecesor en el cargo. Mataría varios pájaros de un sólo tiro.
 

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