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Juan Manuel Rodríguez

Sí señora, soy un forofo

Termino el programa deportivo de las dos y media y subo por las escaleras que conducen hacia la redacción deportiva de la Cadena Cope. He vuelto a lamentarme en antena del papel de esquiroles que juegan los ¿colegas? de la prensa catalana. A estas horas de la tarde siguen descorchando botellas de cava en la redacción del "Sport", y resuena aún el último chupinazo lanzado desde el "Mundo Deportivo". Para justificar su "annus horribilis" han sacado los tanques a la calle, aunque Guardiola (el Jedi del "seny" catalán) haya vuelto a poner el toque de sensatez.

Me he preguntado en voz alta cómo es posible articular un país político cuando ni siquiera somos capaces de unirnos deportivamente hablando. Otra vez me he llevado las manos a la cabeza leyendo la prensa de mi país. Y parece que o no me he explicado bien o alguien no me ha querido entender porque, nada más tomar asiento recibo la llamada de una señora: "No pueden ser ustedes tan forofos". Pues sí señora, yo lo soy y a mucha honra; soy un forofo del Real Madrid, del Barcelona y el Deportivo de La Coruña. Soy un forofo del Tau y del Interviu Boomerang. Soy forofo del Portland y del Alavés. Soy forofo de la selección y de los clubes españoles, sean estos de lo que sean y jueguen a lo que jueguen. Lo siento, señora mía, pero tiene usted toda la razón del mundo: me acuso de ser un forofo de tomo y lomo.

John Kennedy Toole escribió a principios de los años 60 un librito, "La conjura de los necios", que fue posteriormente premiado con el Pulitzer y alabado en el mundo entero. En él se contaba la vida de Ignatius Reilly, una mezcla de Oliver Hardy y Tomás de Aquino perverso. Por sus páginas desfilaban personajes tan delirantes como la stripteaseuse Darlene, Burma Jones o el patrullero Mancuso. Al leer este jueves la prensa deportiva catalana buscaba con ahínco la firma de Reilly, pero las crónicas y las columnas de opinión estaban todas respaldadas por seudónimos falsos que pretendían ser reales. Una conjura de necios de Primera División, agolpados entorno al televisor, frotándose las manos con la victoria del Bayern de Munich.

Si me alegro por alguien es por el señor Franz Beckenbauer, modelo de educación y talante deportivo. Me alegro por él y por la encantadora viejita que, aprovechando los parones del juego, se asomaba de vez en cuando por la pantalla del televisor. Aplaudía como una loca. También soy un forofo suyo. El día que el Barcelona fichó a Maradona y Schuster me llevé una monumental alegría porque iba a ver el mejor fútbol del mundo. Luego, los que ahora despedazan al Real Madrid por llegar "sólo" a semifinales de la Champions se encargaron también de la voladura controlada de ese tándem de auténtico lujo. Desde ahora mismo y hasta la final de Milán sólo tendré unos colores: los del Valencia. Lo siento por el Bayern de Munich y también por la viejita. Pero es que yo soy un forofo.

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