Los abogados de Fabio Capello argumentan que el entrenador italiano necesita más tiempo todavía y, a renglón seguido, añaden que "este equipo está viciado". Muy pronto han tenido que empezar a darle al vicio Fabio Cannavaro y Emerson, ambos procedentes de la Juventus de Turín, Diarra, que viene del Olympique de Lyon, Van Nistelrooy, que ha llegado del Manchester United, y Antonio Cassano, que lleva aquí seis meses como quien dice. De los once jugadores titulares del domingo, cinco eran totalmente nuevos. Según esa teoría, los otros seis "viciosos" han tenido que contaminar en un tiempo record a las cinco hermanitas de la caridad que acaban de llegar a España. Con unos abogados tan lentos como los que tiene Capello no hace falta levantar al fiscal de su siesta. Siga usted durmiendo.
Ya sé que dije que no volvería a hablar de las promesas de Ramón Calderón, pero es que al presidente le han escrito una letrilla que va repitiendo por ahí como si de una letanía se tratara sin que nadie tenga el coraje suficiente para mostrarle la cartulina amarilla, que es lo mínimo que se merece. A la pregunta de "¿piensa usted que ha dejado de cumplir alguna promesa electoral?", Calderón responde que no "porque mi primera promesa fue no entrometerme jamás en el trabajo de Capello". Y el polígrafo dice que el presidente... no dice la verdad. ¿Sabía o no sabía Calderón el 1 de julio por la tarde que Capello no quería ni a Kaká, ni a Cesc, ni a Robben? El presidente tenía atado desde mucho tiempo antes a Capello. Entonces, ¿a santo de qué mantuvo contra viento y marea dos promesas electorales que resultaban contradictorias entre sí? ¿No habría sido mucho más coherente decir, antes de la votación, que Capello no quería a esos jugadores y que, por lo tanto, no vendrían al Real Madrid? Efectivamente habría sido más coherente, pero entonces Calderón habría perdido las elecciones.
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