Los clubes grandes no han estado nunca de acuerdo con el nuevo sistema "a la inglesa" ideado por la Federación Española de Fútbol para resucitar la Copa del Rey. Pero algo había que hacer porque el "torneo del K.O." andaba groggy, puesto contra las cuerdas por el superávit de fútbol televisado, Champions y Liga. Realmente, y dejando de lado el morbo de presenciar a Goliat tambaleándose por esos campos de Dios, no existe ningún argumento medianamente serio que explique por qué el Barcelona o el Valencia, por ejemplo, no pueden jugar en su propio terreno de juego las primeras eliminatorias de Copa. Todo el mundo aceptó (y algunos lo hicieron a regañadientes) que aquella era una fórmula impuesta por Angel Villar artículo 33 para darle vidilla a una competición que estaba muerta y enterrada.
Ahora, desde Barcelona, acusan a la Federación de "faltarle al respeto" al Hospitalet, modesto equipo catalán que debiera enfrentarse este martes contra el Deportivo de La Coruña. Irureta se niega a que sus futbolistas jueguen sobre un campo de césped artificial, y el reglamento federativo tutela la decisión del técnico vasco. ¿Supone eso una falta de respeto al Hospitalet? En cualquiera de los casos, esa sería la misma falta de respeto coercitiva que, un buen día, ordenó que los clubes de Primera no pudieran jugar en su campo contra aquellos equipos de inferior categoría. No creo que a nadie le quepa la menor duda de que si el Hospitalet está aún vivo en la Copa es por aquella imposición federativa.
Puede que desde la calle Alberto Bosch haya faltado diálogo, pero da toda la impresión de que el presidente del Hospitalet ("más famoso que Gil", según Irureta) apura con satisfacción mediática su minuto de gloria. La propuesta federativa disputar el encuentro en el Mini Estadi, muy cercano al dichoso campo de césped artificial parecía la manera más práctica de solucionar un problema. En el club catalán insisten en que no jugarán el partido, con lo que la Copa (más aún tras el precedente de la retirada del Barcelona) vuelve a parecer, aunque por otros motivos, el camarote de los hermanos Marx.
No sé si el presidente del Hospitalet, de cuyo nombre prefiero no acordarme, cumplirá al final sus amenazas. Él, mejor que nadie, debe saber que este es un "club para fumadores" en el que la Federación dice si el tabaco es "rubio" o "negro", "light" o sin filtro. La democracia en el club es relativa, pero de esa circunstancia el primero en aprovecharse fue justamente el Hospitalet. Si mañana no juega, el minuto de gloria de su presidente le saldrá por un ojo de la cara.
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