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"¡No pasa nada, tenemos a Arconada!", rugían en la antigua bombonera de Atocha los aficionados de la Real Sociedad de San Sebastián. Y era cierto que tenían a Arconada, pero no sólo a él. Aquel equipo del transparente Alberto Ormaetxea (¿qué fue de él, dónde está este magnífico actor de reparto?) constituyó una sorprendente reunión de talentos a los que sólo había que dejar jugar en paz al fútbol. Aquella Real que ganó las Ligas de 1981 y 1982 es un magnífico ejemplo de eso que defienden muchos entrenadores argentinos, y es que un buen equipo hay que construirlo de atrás hacia adelante. La clase la ponían Zamora y López Ufarte, con quienes colaboraba Satrustegui marcando los goles. Pero atrás eran realmente inmisericordes con Kortabarria, Górriz o Gajate, ayudados siempre por Periko Alonso, aquel panzer vasco que luego pasó al Barcelona.

Un buen día se me ocurrió decirle a este último que la Real de las dos Ligas era muy defensiva, y casi se enfada conmigo. Y sin embargo es ese el recuerdo (quizás erróneo) que yo conservo. Cuando los donostiarras llegaban al estadio Santiago Bernabéu -porque era con el Real Madrid con quien se jugaban las lentejas- los merengues no hacían más que atacar, y la Real Sociedad no hacía otra cosa que defenderse. Cuando los locales se agotaban, Zamora conectaba con Ufarte que, a la contra, se recorría todo el campo; le mandaba el balón a Satrustegui que ponía el 0-1 en el marcador. Y siempre era el minuto 80 ó el 85. Poco tiempo para reaccionar. Ormaetxea sabía muy bien cómo hacer pupa.

Después de aquello, el culto a la personalidad de John Toshack y la meteórica ascensión del galés a los altares, (sólo ganó la Copa del 87) desnaturalizó al club dejándolo sin referentes. La rocambolesca contratación de Reynald Denoueix, un hombre normal, ha devuelto la confianza a los jugadores de un equipo que ha coqueteado los tres últimos años con el descenso a Segunda División. La Real Sociedad hará muy bien en fichar todo lo que pueda de fuera, pero sin olvidar nunca que los motores del equipo a largo plazo han de ser los Aranzabal, Xabi Alonso, De Pedro, Gabilondo o De Paula.

El hecho de que, veinte años después de aquel "¡No pasa nada, tenemos a Arconada!", la Real vuelva a ser líder en Primera, ha desatado los ánimos. Mal hecho. Esta plantilla, con Nihat y Kovacevic, puede marcar muchos goles, pero también los encaja con facilidad. Cuánto dure la alegría en el reino de Denoueix será cuestión de tiempo saberlo. Por el momento, debemos dar la bienvenida a la "Primera consciente" a un equipo que, a principios de los años 80, nos regaló a todos unos momentos inolvidables.

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