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Me quedé de una pieza al conocer que el inefable Paco Porras se ofrecía como guayaca viviente para sacar del atolladero al Atlético de Madrid. Donaba de esta forma Francisco su cuerpo a la ciencia rojiblanca con una sola condición: presentarse en el estadio Vicente Calderón en parihuelas blancas, adornado con abalorios de ajos y perejil, una suerte de "gacha humana" predispuesta para alejar a los malos espíritus del Manzanares. ¿Qué sería lo próximo? ¿Cartomancia, quiromancia, posos de café? ¿Le daría a Gil por consultar la güija cinco minutos antes de los partidos? La escena no tendría desperdicio: el estadio silencioso, callado a la espera de la psicofonía... "¡Raimunda, Raimunda!"... Y en el palco, Porras desnudo. Luis García Berlanga asegura que se retiró con París-Tombuctú, pero ¿habría guión más coral y "berlanguiano" que éste?

Ahora que Telemadrid acaba de retirar de la parrilla de programación la Tómbola de Chimo y Mariñas, Karmele y "yo Jimmy", Jesús Gil nos sale con su rendida admiración hacia Tamara. Reconozco que para mí el árbol genealógico rosa es un bosque frondoso en el que me pierdo, pero tengo entendido que la señorita en cuestión es hija de "doña seis dedos", y que ésta ocupa sus días en llenarse los bolsos con ladrillos a la caza y captura de víctimas callejeras a las que sacudir por la Cava Baja (un tal Arlequín fue la última).

Sostengo que el Atlético de Madrid es capaz de soportar eso y mucho más. Lo que le echen, en realidad. Si pasó por el trago amargo de recibir un gol en el último minuto de la Copa de Europa (trallazo de un central de nombre impronunciable, el peor con diferencia de un histórico Bayern de Munich, y que hoy es papelero en Alemania); si pasó con nota el sarampión de ser presidido por un forense que un buen día convocó a todos los aficionados a comer tortilla en el estadio; si hoy sobrevive altanero y orgulloso en la Segunda División, ofreciendo espectáculos como el del domingo pasado ante el Betis (aquello me recordó a la final del Mundial-78 entre Argentina y Holanda), ¿por qué no va a poder con Porras, Tamara y Genil? ¡Hasta con el conde Lecquio podría el Atlético de Madrid!

Gil me dijo el otro día que seguía conversando con el veterano –tiene ya 17 años– "Imperioso". Un caballo simpático que dice a todo que sí, o al menos eso interpreta el presidente. Este club aguantaría incluso que don Jesús, como Cayo Calígula, nombrara directivo a su "Imperioso", cual "Incitatus" moderno. Un relincho significaría fichar a otro jugador; una coz, cesar al entrenador. Con todo lo anteriormente expuesto, ascender es para el Atleti simplemente el chocolate del oro, una menudencia. Poca cosa para tanto club.

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