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Si el tenis es popular en nuestro país es gracias a Manolo Santana; la historia de aquel chico que recogía pelotas y aprendía, que les llevaba las raquetas a los ejecutivos y aprendía y que, mientras continuaba aprendiendo, colocaba las toallas en el gimnasio, tuvo el final feliz de Wimbledon, de la final de la Copa Davis y de una carrera plagada de éxitos. Durante mucho tiempo la dentadura de Santana fue tan famosa como el "Yo soy aquel" de Raphael, y sus triunfos estuvieron parejos a las Copas de Europa del Madrid más grande. Quiero decir que en cualquier otro sitio a Santana le hubieran hecho una estatua, pero como en España somos (seguimos creyéndonos) diferentes, en la Federación Española le dieron una patada en salva sea la parte. Se la dieron muy mal (si es que una patada se puede dar con clase), y sobre todo no se la explicaron. Como hoy todavía no la entiende, Santana ha manifestado que no estará presente en la finalísima contra Australia. Me parece coherente.

Nunca entendí lo que le hicieron a Santana, y aunque pueda parecer lo contrario (estamos a punto de lograr nuestra primera Ensaladera ante Australia), el tiempo no le ha dado la razón al señor Pujol. Resulta chocante que el tenis preconice el fair-play, la educación sobre todas las cosas, y que por otro lado nuestra Federación emplee armas opuestas con uno de los nombres más ilustres a lo largo de la historia de nuestro deporte.

Entorno a la destitución de Santana se tejió una suerte de conspiración de silencio; los jugadores fueron cómplices de aquel cese aún sin explicación, lo que no quiere decir en absoluto que Manolo no vaya a alegrarse como el que más si ganamos a los australianos. Si yo fuera federativo trataría de convencerle (creo que el vicepresidente Josep Ferrer ya se ha puesto manos a la obra), pero me parece complicado. Santana no quiere engañarse a sí mismo.

Nunca creí en esa quiniela de cuatro capitanes (al mismo tiempo, entrenadores personales de los jugadores) confeccionando el equipo. Me equivoqué, y la dolorosísima decisión de descabalgar a Carlos Moyá del equipo que disputará la final es un claro ejemplo de ello. Me equivoqué en eso, pero no en la chapucera forma en que le dieron la "boleta" a un hombre que lo ha sido todo en nuestro tenis. Ojalá ganemos a Australia en diciembre; ojalá Pujol le pida perdón a Santana por cómo prescindió de sus servicios. Aunque confio más en lo primero que en lo segundo.

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